Arrancado el año, es bastante probable que las agendas veinte-veinte tengan ya la sección de notas con algún que otro objetivo asfixiado por la inmediatez. Sin entrar en los habituales, estoy deseando volver a la rutina para ver compromisos con respecto a la última cumbre sobre el clima celebrada en Madrid el pasado diciembre.

¿Qué puedo hacer yo desde mi posibilidad y oportunidad de ciudadano? Lanzo varias propuestas a toda persona que quiera recogerlas, al señor Maya Miranda, a pesar de la avenida Pío XII, su intención de deshacer y su conexión mayor o menor con la naturaleza, y a la señora Chivite Navascués como representante de todos los navarros y navarras. Ni a modo imperativo ni como decálogo?, simplemente reflexiones:

Coloco un balde vacío mientras me ducho y recojo parte del agua que cae y la aprovecho para ahorrar tirar la cisterna de la taza en dos o tres pises al día.

Comparto automóvil para ir al trabajo. Procuro acudir en villavesa al punto de encuentro. Si trabajo en la ciudad, intento, al menos un día por semana, ir caminando, en bici (¿de alquiler municipal como hubo durante varios años?), o en transporte público, aunque para ello haga falta mejorar frecuencias, conciencias, menos paradas, líneas lanzaderas, o incluso un día gratis al mes para probar. Planteo autobuses financiados por el Gobierno con varios circuitos dentro de la ciudad para llevar a trabajar, en los tres turnos, al personal del CHN que lo desee. Empresas privadas lo hacen desde hace tiempo.

Insto a colocar composteras vecinales en parques para poder generar abono casero y hacernos responsables del residuo que generamos sacando el orgánico tres días señalados por semana. Propongo plantar en los fosos de la Ciudadela un bosque igual al de la vuelta del Castillo. Entrarían cientos de plantas aportando oxígeno y frescura. Y, fuera de bromas, con el fiemo, controlado y gratuito, de los perros/as que pasean.

A la hora de ir a hacer la compra, la bolsa de tela siempre en el maletero, bolsillo o mochila. Facilitar a la clientela reutilizar las cajas en donde llegan los productos. Y por cada bolsa de plástico que se solicite, ya que el dinero agiliza la memoria, cobrarla a dos euros.

Y una más para hostelería. Ofrecer el azúcar en bote y con una cucharilla dentro. Mucho menos azúcar consumido, mucho menos plástico y mucha menos basura que barrer.

Sigo pensando y actuando desde mí. No me sirve esperar que me lo den dictado puesto que el ambiente no debería estar a merced de siglas políticas.