Hay muchos problemas sociales que están saltando estos días de emergencia y confinamiento, que son recurrentes, no son nuevos, pero no están resueltos, están debajo de las alfombras. En crisis como esta, que llega hasta la base del sistema, aparecen con toda su crudeza: falta de vivienda pública en alquiler, cuidados y cuidadoras, residencias (pocas públicas) escasas de todo; personas con papeles y sin papeles que no pueden trabajar, y por tanto no tienen cobertura suficiente para hacer frente a las necesidades de subsistencia ni pueden acceder a las medidas que se están arbitrando; trabajos sin contratos o con contratos miserables; mercado laboral que no es capaz de absorber toda la mano de obra disponible y se permite desaprovechar uno de sus activos más importantes: los jóvenes, muchos de ellos super preparados y otros también de baja cualificación; pobreza energética cuando despreciamos los recursos que nos facilita gratuitamente la naturaleza…Puede que la crisis sanitaria bien que mal se resuelva; que se apañe más mal que bien el mercado laboral, ya muy maltrecho desde la anterior crisis y que va a ir a peor, pero la crisis social no se va a resolver con estas medidas.La sociedad civil, la base donde se sustentan todos los otros sistemas, es lo que más falla. Tenemos una sociedad civil globalizada, mercantilizada, individualista, consumista, derrochadora, machista, con unas diferencias abismales: entre hombres y mujeres; ricos y pobres; de aquí y de allá. Con poca conciencia ciudadana (se ha trabajado poco el tema), con poco sentido de comunidad. Unas instituciones y unos poderes públicos alejados de los problemas de la gente, desprestigiados, politizados, que gozan de una gran desafección por parte de la ciudanía y que no tienen puesto el centro de interés en las personas.¿Creemos, de verdad, que vamos a salir de esta y enfrentarnos a las que vengan, que vendrán, sin reforzar la base? A partir de la anterior crisis, que tanto dañó nuestro tejido social, hemos aprendido poco y no hemos echado cimientos como para que nuestros sistemas resistan muchas embestidas más. Habríamos aguantado mucho mejor la crisis sanitaria y la base no se habría resquebrajado tanto.Si algo positivo ha salido a flote en esta crisis es la capacidad de resistencia, la solidaridad, el altruismo, la abnegación, el sentido pertenencia e identidad como pueblo, como seres humanos; el juntos podemos, la unidad ante un desafío común (salvo deshonrosas excepciones). Estos valores también están ahí, están debajo de las alfombras.