esde la Federación Navarra de Ikastolas escribimos estas líneas desde el confinamiento que seguramente todos y todas estamos compartiendo. La rápida propagación de un virus y el contagio de la enfermedad que causa ha obligado a cambiar muchas de las habituales dinámicas escolares, familiares y sociales. Este cambio de ritmo y de costumbres está generando en muchas personas impaciencia e incertidumbre. Esta situación ha obligado también a las ikastolas como centros educativos a realizar un cambio radical, en toda la extensión de la palabra, en su manera de ejercer la docencia, ya que ha sido un cambio muy rápido y extremo respecto a la manera habitual de impartir las clases. A pesar del sinfín de incomodidades que esta crisis está suponiendo, creemos sinceramente que debemos verlo como una gran oportunidad educativa a nivel individual y colectivo. Esta crisis, como humanidad, nos está dando la oportunidad de reflexionar acerca de nuestro tren de vida, de nuestras prioridades y del propio sistema en el que nos hallamos inmersos. Es un tiempo extraño y difícil, pero puede ser una nueva oportunidad. Para el profesorado esta experiencia está siendo un gran experimento colectivo, a nivel mundial, para explorar otras formas de enseñanza-aprendizaje. Mientras dure este aislamiento, los docentes aprovechan la oportunidad de formarse, de leer sobre didáctica, metodologías específicas, neurociencias, etcétera y encontrar más fundamentación para su práctica. A pesar de estar aislados, paradójicamente se está dando una gran conexión entre los docentes, que más que nunca se sienten comunidad profesional de aprendizaje. A través de plataformas on line están reflexionando conjuntamente, analizando otras experiencias y, en definitiva, están generando un nuevo criterio profesional. Desde hace ya un tiempo, a nivel internacional las ikastolas han ido experimentado y consolidando diferentes enfoques y metodologías activas como el aprendizaje cooperativo, el trabajo por proyectos o el aprendizaje basado en problemas. Han derribado barreras que parecían inamovibles, como los horarios rígidos, o las clases con alumnos y alumnas de la misma edad, o incluso las paredes y configuración de las aulas, pero ¡quién lo iba a decir que tendrían la oportunidad de experimentar la no presencialidad del alumnado de forma generalizada! Hay que decir que, en otros tiempos, esta pandemia habría obligado a parar completamente la educación, con grandes consecuencias para toda una generación, pero estamos constatando que no es lo que se está dando en estos momentos.

Nos parece de justicia reconocer la preocupación del profesorado de todo el sistema educativo navarro por su alumnado, del estrés que supone reinventar la enseñanza en 24 horas, de las horas en el ordenador para atender a cada alumno y cada alumna a la hora que sea, de las correcciones a distancia, de la creatividad para seguir ejerciendo como docente en un contexto absolutamente desconocido hasta el momento. Con todo esto, también ha quedado patente que las tecnologías nunca podrán sustituir la presencia física de los profesores y profesoras en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Nunca una herramienta generará ni el calor humano, ni el acompañamiento, ni el cuidado en el sentido amplio de la palabra, ni la mirada cómplice, ni la palabra de ánimo y cariño. Es ese profesorado que no olvida que no todo su alumnado es de clase media, que no todos tienen conexión a internet, que tiene personas con carencias, con necesidades, con angustias, con vivencias que nadie querría para sí; docentes que son conscientes que la escuela como mayor igualador socia tiene ahora su eficacia en entredicho y cuya única prioridad en estos momentos no son los temarios, ni los exámenes, ni las notas, sino el interés por el alumno/a que conocen y que quieren cuidar. Mientras la normalidad se restablezca, las ikastolas como instituciones preocupadas por la innovación pedagógica tienen ante sí este nuevo reto: seguir impulsando la forma de trabajar colaborativa del profesorado y del alumnado de modo virtual. Para hacerlo posible, están desarrollando protocolos y herramientas tratando de evitar el azar, la coincidencia y el voluntarismo de los propios profesionales, ofreciendo un modelo de formación estructurado, planificado; siendo muy conscientes de que es imposible concebir la educación de manera individual y aislada, ya que ésta va mucho más allá de la adquisición de los conocimientos. Sirvan estas líneas para transmitir nuestro más sentido reconocimiento para todos y todas las docentes, para los equipos directivos y personal de administración, por los grandes esfuerzos que están realizando ante la contingencia sanitaria, asegurando a miles de alumnos y alumnas, hasta donde les es posible, que esta crisis no signifique hipotecar de ninguna manera su futuro. Muchísimos ánimos ante esta circunstancia que nos ha tocado vivir.

El autor es director de la Federación Navarra de Ikastolas