A lo largo de mis 62 años, mi crédito hacia cierta clase dirigente y política ha pasado desde la esperanza y deseo de creer en ellos a la desesperanza y asqueo. Actualmente me suelo conformar con que no empeoren las cosas. Pero no hay tu tía. Hablo de las manifestaciones con el COVID-19 a las puertas, de la desprotección de sanitarios y también la de otros trabajadores que nos son vitales para subsistir.Les pongo un ejemplo. En el área de Salud de Estella donde yo trabajo, a varios compañeros nos causó estupor que desde el servicio de Medicina Preventiva, sito en el Hospital García Orcoyen, se conminase al no uso de mascarilla de protección, con el resultado de varios compañeros contagiados. Para nuestra desgracia, en España vamos por los 48.000 sanitarios contaminados por coronavirus. Otro ejemplo es la aplicación del paso a la fase 1 del desconfinamiento, en la que la circulación pasa a no tener restricciones dentro de la comunidad foral, sin especificar si se puede realizar en automóvil, patinete, a pie, etcétera. Se nos permite ir a misa, velatorios, reuniones en espacio libre o cerrado, etcétera. Todo esto en cualquier punto de la comunidad navarra.Sin embargo, para hacer deporte en solitario, se nos restringe a un horario concreto y a no poder salir del municipio. El resultado en Estella es la masificación en las zonas de paseo. Estoy valorando seriamente lo que este pasado domingo se mencionaba en un rotativo navarro. Hay ciertas cosas que parece que las gestionan marcianos.