Todo iba bien hasta que ella llegó. Los habitantes de Pamplona, o de cualquier ciudad densamente poblada, ya podíamos salir de nuestras casas a respirar y hacer un poco de ejercicio. La Vuelta del Castillo se convirtió en el paseo de La Concha un día de primavera y las carreteras del perímetro municipal en un pelotón ciclista. Mientras tanto, se empezaron a abrir tiendas, hostelería y todo tipo de servicios. Si como dicen los expertos, la distancia de seguridad es la mejor forma de controlar la pandemia habrá que pensar que ya no hay riesgo o encomendarnos a la Virgen.Pamplona, siendo una ciudad pequeña, tiene una densidad de población de más de 7.800 habitantes/km2. Navarra con 62,3 habitantes/km2 podría suponer un buen desahogo para las zonas más pobladas. Podemos circular en coche de punta a punta para tomar un café en Bera o comprar una docena de alcachofas en Tudela y sin embargo no podemos bajar de él para dar una vuelta por cualquier rincón despoblado de nuestros montes. Un poco absurdo, ¿no?¿Cuándo vamos a poder escapar de este confinamiento masivo de nuestras calles y disfrutar del senderismo y la bicicleta (bastaría con poder salir en pequeños grupos e individualmente, respectivamente)? ¿Cuándo sus urbanitas señorías van a acordarse de que existe espacio más allá de sus parlamentos y las murallas de la ciudad?