En todas las comunidades, en todas las provincias y en el 90% de los hospitales y centros hospitalarios, la falta de medios ha sido y está siendo un gran problema para la seguridad de los profesionales de la sanidad (enfermeras, técnicos, auxiliares, médicos, limpiadoras, celadores, etcétera). Esta falta de EPI y de recursos han provocado el contagio de aproximadamente el 40% de los sanitarios y muchas muertes que se podían haber evitado. El caos evidente en el reparto de mascarillas, guantes, batas y pantallas ha provocado y aumentado los siniestros y, en definitiva, el número de más de 27.000 muertes en España por el covid-19. Y no digamos en las residencias geriátricas, tanto públicas como privadas, que han sido las más castigadas por la pandemia, provocando casi el 80% de las muertes en personas mayores de 75 años. De esta grave y mortal pandemia deberíamos sacar una conclusión definitiva: la sanidad y su preparación es fundamental. Las UCI también requieren mucha más atención, contando con respiradores y con el personal debidamente cualificado.Tenemos una Seguridad Social incomparable con otros países, tanto europeos como del mundo entero, y por consiguiente no podemos dejarla caer. Por todo eso y para que todos los españoles podamos presumir y estar apoyados por nuestra sanidad, no podemos bajar la guardia. Los gobiernos deben y tienen que ofertar más y más recursos sin ninguna duda. Un país bien protegido y bien armado sanitariamente es un país de progreso, un país de justicia social y un país que vela por sus habitantes. De esta pandemia del covid-19 debemos aprender y tenemos que estar muy vigilantes y muy preparados. Ese refuerzo y el buen uso de nuestra sanidad pública es primordial, no la tiremos por tierra, la solidaridad y el esfuerzo económico no será en vano.