Después de 14 años (de los 25 que tiene Maialen) esta semana nos despedimos del Centro de Educación Especial Isterria, en Ibero.En plena pandemia, con el aislamiento impuesto por la covid-19, esta semana hemos ido a recoger sus cosas, solos, desde la puerta; esta es, justamente, la despedida no deseada... ¡qué extraña!En septiembre de 2006 comenzamos esta nueva andadura. Dura, difícil. Mi mujer dejó su trabajo para llevar todos los días durante el primer curso a Maialen al centro (a 50 kilómetros de Tafalla) para hacer la mejor adaptación posible a la nueva situación. Maialen no controla en qué día de la semana vive y hubiera sido muy duro, demasiado, comenzar de golpe con un internado de lunes a viernes en un sitio desconocido.Y así, una nueva alumna, la ojazos, empezó a ser parte de Isterria y en estos 14 años la transformación ha sido pareja a cual crisálida y el personal del centro (habría que poner aquí su larga lista de profesionales) ha conseguido convertir en realidad todo el potencial que ella llevaba dentro: Maialen, la tímida, la vergonzosa, la callada, la que no levanta la vista, la... es ahora la misma, pero con la fuerza y la luz de la mariposa que, además, sabe lo que quiere, defiende sus intereses, es muy autónoma y, por supuesto, incapaz de dejar de ayudar y de hacer, siempre, lo que hay que hacer.En estos años, tanto la vida como el proyecto educativo del centro han hecho que Maialen desarrolle gran parte de sus inteligencias múltiples (que aunque científicamente no sea exacto, entendemos qué queremos decir con ello): la vida porque del grupo de cinco que comenzó en clase, dos fallecieron y el recuerdo de Adrián y Sara sigue con ella; y la parte educativa porque, aunque sigue sin ser capaz de leer ni escribir... cuánto sabe de emociones, cómo participa en el coro y grupo de teatro, qué recuerdos de las clases de Música, qué clara tiene la educación sexual y la vial y la agraria y la artística y...Dar las gracias se nos hace poco, no podernos despedir con abrazos se nos hace triste... Las educadoras de las casitas han sido sus auténticas segundas madres y en cada clase le han dejado huella imborrable hasta trascender lo profesional.Qué pena que no haya un Colegio de Educación Especial Público con residencia en Navarra, qué pena que no tengamos un Colegio de Educación Especial en la Zona Media, pero qué suerte, inmensa, hemos tenido con ser parte de Isterria. Gracias, muchas gracias.