s difícil pensar que las cosas y las maneras de funcionar del Departamento de Educación iban a cambiar después del covid. No es así. Mientras los profesores y equipos directivos realizamos todo el trabajo de ajuste a la nueva situación (enseñanza a distancia, reparto de materiales para los alumnos, formación digital sálvese quien pueda...), el departamento está quieto€ agazapado. (Las tecnologías aportadas por el departamento llegaron a finales de mayo).

La ministra Celaá, a fecha 15 de abril habla de los informes individualizados a realizar a cada alumno. Nuestro departamento nos los envía la 2ª semana de junio, con la protesta y negación por parte de muchos centros porque ya no son fechas, siendo de obligado cumplimiento según nuestra inspectora. Los equipos directivos capean el temporal en sus claustros, a veces después de horas de reunión, llegando a los acuerdos necesarios para realizar el trabajo añadido apurando las fechas. Nos ponemos a ello y el lunes 15 llega correo del departamento a las 14.18 diciendo que es solo una propuesta. ¡Para volverse loco!

En época de confinamiento se planificó la plantilla de los profesores del centro para el curso 2020-21. Se hace a través de vídeollamada comenzando con el no cumplimiento del Pacto Educativo (OF 86/2018 de 14 de septiembre), donde no se reconocen 3 sesiones de reducción por ser mayor de 57 años ni las 4 sesiones más de ajuste para el equipo directivo. Total, 7 sesiones para la saca del departamento.

Y cuando ya ajustas y cierras plantilla para el curso 2020-21 con las necesidades de tu centro, negociando y mercadeando plazas, perfiles, sesiones, especialidades a fecha 8 de mayo, te encuentras que a unas horas de sacar las vacantes nuestra inspectora nos manda un correo el martes 16 a las 21:44 donde se nos modifica la plantilla, cambiando plazas y sesiones, según ella por órdenes superiores. ¿Saben el motivo? El departamento en el 2018 metió la pata sacando a oferta pública plazas de especialidades (música y EF) que no iban a poder dar salida ya que no había semejantes vacantes.

¿Quién paga el pato? Los centros. Ya no importa que estés trabajando en proyectos educativos como Proeducar (educación inclusiva), de Innovación, y que lo que pretendas es la mejora de la calidad educativa de tu centro, y por ende de la enseñanza pública. Al departamento ni le va ni le bien. Solo somos números, dinero, puro politiqueo. Ellos actúan con alevosía y nocturnidad, nunca mejor dicho.

Señores José Alberto Urritia y Gil Sevillano, yo quiero la plantilla que negocié con mi inspectora a fecha 8 de mayo. ¡Cumplamos todos, por favor!

La autora es jefa de estudios