Se han oído voces dulces en el exterior. Estamos nerviosas… se abre la puerta azul y la primera bebé entra en brazos de su ama, seguida de su hermano mayor, que también viene a la escuela. Se han cruzado las miradas con sus educadoras y hasta la pequeña ha esbozado una sonrisa. El hermano está contento y corre al aula con su educadora. Mira todo con ojos muy abiertos… como si quisiera confirmar que todo sigue ahí. Empieza a contarle cosas interesantes a su educadora y esta le hace preguntas a las que el niño, de forma atropellada por la emoción, intenta contestar. Recorre todo el espacio de juego con una sonrisa brillante en la boca… está deslumbrante. Me fijo en la educadora, que lo observa con mirada tierna y sonriente y no pierde detalle de todo lo que el niño le quiere contar. Cuando se ha relajado un poco, la educadora le ha invitado a salir al jardín. Antes, le ha explicado que hemos puesto casas nuevas para jugar en él, y que si quiere, puede salir. La educadora ha abierto la puerta y el niño ha salido como el encierro en la cuesta de Santo Domingo. Al poco, llega una compañera con la que se funde en un abrazo dulce y enérgico, diciendo sin palabras lo mucho que se han echado de menos. Poco a poco han ido llegando el resto de niñas, niños y bebés de la escuela… ¡qué emoción! Sorprendentemente, casi todos se han despedido de sus familias como si hubiesen estado en la escuela el día anterior, y no hubiesen estado confinados semanas. Eso me reafirma en que la escuela es necesaria, no solo para la conciliación de las familias, sino para la infancia. El día ha transcurrido como siempre, han jugado, han reído, han compartido confidencias en la comida… se han contado que en este tiempo algunos ha dejado el pañal y otras han tenido un hermanito… ha sido precioso. Al finalizar la jornada, las educadoras hemos compartido las vivencias del día, este 22 de junio de 2020, en el que la escuela ha vuelto a abrir después de tantas semanas de pensar y repensar la escuela, de reflexionar sobre lo que hacemos y cómo lo hacemos, de tomar decisiones importantes para poder organizar una realidad con limitaciones y exigencias nuevas… pero que sigue siendo nuestra escuela. Lástima que los políticos que nos gobiernan no sepan, o mejor dicho, no quieran darnos el lugar que nos corresponde.