unque la multinacional de productos lácteos hacía casi siete meses que había anunciado el cierre de su planta, el acto final fue un 30 de junio, de hace 25 años.

Alrededor de las 16.30 se produjo el ultimo pote, en la máquina D, de producto lácteo de Danone en su fábrica de Iraizotz en el precioso valle de la Ultzama y, como no podía ser menos, tenía que ser una cuajada, su producto emblemático. Y que tantos quebraderos de cabeza había dado primero para desarrollar un producto, aunque realizado con leche de vaca fuera lo más parecido a la cuajada tradicional y artesanal de leche de oveja. Segundo porque marketing y diseño no se llevan bien con la ingeniería, se quería un vaso de plástico que fuera especial como lo es el kaiku donde se elaboraba el postre tradicionalmente en los caseríos. Para ello se fabricaron y patentaron 4 máquinas de molde abatible tronco-cónico. Las cuales daban numerosos problemas. Tras el cierre definitivo el pote ha sufrido una evolución, reduciendo su tamaño de 165 gramos a 125 y aunque pretende mantener su forma, ahora es más cilíndrica.

El cierre de Danone de su planta en Navarra fue una operación perfectamente estudiada. Tanto es así que ha sido objeto de caso de estudio para los másteres de gestión de empresa en la formación de nuevos directivos, tanto de recursos humanos, como de directores generales, pues es un ejemplo de cómo ejecutar una deslocalización. Palabra que desde entonces es de uso demasiado habitual en las noticias económico-financiera-laborales.

La economía productiva ha dado paso a la especulativa y así vemos como bastantes empresas de origen familiar al participar en bolsa son contraladas por fondos de capital y riesgo, de manera que los centros de decisión se alejan, y las decisiones se toman sobre fotos de balances y no como el origen de esta planta que fue fruto de un flechazo por el paisaje del entonces director general de la empresa en un viaje de vacaciones en el segundo lustro de los años 60.

Se da también la paradoja de que la búsqueda de un mayor beneficio de los pocos ahorros de los trabajadores que se ponen en planes de pensiones o en fondos de inversión buscando mayor rentabilidad son los que al final pueden provocar su despido.

Hay que resaltar la profesionalidad de los trabajadores desde que se comunicó el cierre (22/11/1994) hasta el cese total de actividad (30-06-1995) pese a la tensión y la incertidumbre sobre su futuro laboral, con carta personalizada y certificada con nocturnidad, que envió el director de recursos humanos (Martínez Rius), dando un ultimátum para la asamblea que se iba a celebrar al día siguiente.

Tampoco hay que olvidar que los políticos en estas ocasiones se ponen de perfil, reciben a los representantes de los trabajadores para salir en la prensa pero poco más hacen. Su actuación debiera ser a priori. Últimamente se ha hablado mucho del sector agroalimentario, de su importancia estratégica, pero las decisiones se toman en Estrasburgo, en donde los grandes grupos de presión manejan sus hilos e imponen su criterio.

En cuanto a la cadena de valor, industrialización y comercialización, se es dependiente de la gran distribución. Hablamos del producto de cercanía y de temporada pero la ley del precio se impone y al consumidor hay que educarlo, muchos ya no saben cuándo un producto es de temporada. Y las leyes no se terminan de cumplir en los puntos de venta, indicando origen del producto y modo de producción.

Volviendo al inicio de estas líneas, sería un buen ejercicio sociológico y periodístico conocer el recorrido vital de los primeros deslocalizados. A la vez que recordar que el sector de producción de leche ha sido el gran olvidado de la Administración, con una baja rentabilidad por litro de leche, en donde el volumen de venta es fundamental, siendo un producto que se usa como reclamo por las grandes superficies, la fidelización a una marca es muy complicada.

Sin embargo, de la decisión de compra del consumidor depende que un sector vertebre el territorio, con pueblos habitados que aporten sostenimiento a su pequeña comunidad y riqueza a la sociedad en general.

La alternativa es la concentración de la población en ciudades cada vez más pobladas, difíciles de gestionar con grandes problemas de movilidad y contaminación. Y a su vez áreas del territorio más amplias y deshabitadas.

El autor es licenciado en Ciencias Biológicas