ilecta Pilar: Puedes reírte a gusto si te nace y, al mismo tiempo, creerme. Tenía la estantería de marras más polvo que el que quité ayer del hueco del mueble donde se halla ubicada la televisión plana en el salón de mi casa. Vamos a tener que conjugar el verbo insistir: yo insisto, tú insistes, él/ella insiste,€en todas las personas de todas los tiempos verbales de todos los modos. Tú aciertas o haces bien al insistir en tus asertos sobre una de mis aficiones estilísticas (que has advertido) y servido a la hora de reconocer su pasión por los paréntesis, siempre que, según su parecer, estos sean significativos, al suministrar información distintiva y/o pertinente.

Ídem. Que todo te salga a pedir de boca. Que el resultado que arroje el conjunto de las pruebas médicas que te hicieron salga o sea bueno o, como poco, quede entre los límites o márgenes de la normalidad.

Como cualquier autor (ella o él), que se precie de ser tal, quieres enmendar, al menos, los fallos que llegan, cuando los adviertes a posteriori, a sonrojar, los tontos (una tautología, como "persona humana", verbigracia, pues no hay fallos listos o inteligentes, salvo que aceptemos que damos a los tales, hallazgos inesperados, el nombre específico de serendipias, claro; como el descubrimiento de la penicilina por sir Alexander Fleming, por ejemplo).

Ciertamente, es una verdadera pena, que se cierren las librerías (yo suelo comparar ese hecho con la muerte de una persona anciana con suma memoria y que está en sus cabales, porque dicho óbito supone la clausura de una biblioteca ambulante o andante; y, por favor, te ruego, con especial encarecimiento, que no relaciones este símil con la ley de la eutanasia que ha empezado a tramitarse) y de los kioscos de prensa.

Volvemos a coincidir€ hasta que algo nos lleve, de nuevo, a discrepar. Y, así, hasta que ocurra o suceda otra vuelta de noria, rueda o tuerca. "Nihil novum sub sole", nada nuevo bajo el sol. Entre dos personas con criterio propio es lo lógico. Ahora bien, convendría que nos centráramos en aquello que en lo que los dos abundamos o nos une (en el escudo de la bandera de Haití, por ejemplo, se lee este lema en francés "L' union fait la force", la unión hace la fuerza, una verdad incontrovertible) para intentar concitar el máximo bien común posible y/o provocar el mínimo daño general.

No entiendo a quienes odian. ¿Acaso no comprobaron otro, la primera vez que lo hicieron, en su propio ser que es un sentimiento que suele cursar como un bumerán? Este menda, al menos, constató en sus propias carnes que quien culmina dicha acción recibe inopinadamente doble dosis de antipatía o aversión. De igual modo, ha verificado lo contrario, que quien desea o hace el bien al otro, a los otros, recibe doble o triple ración de empatía o simpatía.

Aguardo con paciencia, que es la madre de la ciencia (según acostumbraba a venirle a la mui a mi piadoso progenitor, Eusebio), tus comentarios.

Mañana leeré los párrafos que contenga tu columna en el Heraldo de Aragón.

Otro (de tu amigo Otramotro).

El autor es licenciado en Filología Hispánica