Está de moda hacer el anormal y el ridículo, a veces por consejo médico, científico o no se sabe qué. Resulta que ahora es recomendable no dar la mano para saludar, pero sí el codo, el antebrazo o la cadera. Si te pones a imaginar, ¿quién no se rasca el codo de vez en cuando? ¿Quién no se apoya en el asiento del autobús o del avión? Que allí sí se puede ir pegado al vecino. Sobre todo si te toca uno tan gordo como tú y viajas pegado a él como un colega. Veremos qué novedades posturales nos trae la vuelta al cole, al instituto y a la universidad. La moma atónita (bomba atómica), que decía de pequeño mi sobrino. La universidad a distancia puede llegar a ser la solución. Curioso. Hay que hacer cosas raras en la vida para sobrevivir dignamente. Y este virus ha conseguido que hasta los más serios e importantes hagan el ridículo sin pasar vergüenza. Es como reírse de sí mismo.