Desde hace décadas, cada año por estas fechas comienza en Japón la temporada de matanza a miles de delfines.Entre los meses de septiembre y marzo, en un pequeño pueblo llamado Taiji de apenas 3.000 habitantes, alrededor de 20.000 cetáceos son asesinados brutalmente con fines comerciales. Los que logran sobrevivir a tan horrenda actividad serán seleccionados para acabar encerrados de por vida en algún campo de concentración alrededor del mundo, mal llamados delfinarios y verdadero negocio de dicha actividad. El resto se venderá en los diferentes supermercados como carne de ballena para alimento humano.En menor medida, este tipo de masacres ya ocurre en otras partes del mundo, como las Islas Feroe en Dinamarca, Indonesia o China. Incluso no lejos de aquí, en las costas gallegas, hace escasos años aparecieron alrededor de 300 delfines varados en las playas, falleciendo posteriormente con heridas profundas a causa de las redes que usan los barqueros.A toda esta salvajada le añadiremos el hecho de que se incumplen las propias leyes niponas sobre bienestar animal. La desgracia de estos seres tan inteligentes es que allí siguen considerándose como peces comunes."Los humanos no somos los únicos en poseer la base neurológica que da lugar a la conciencia. Los animales no humanos, incluyendo a todos los mamíferos y pájaros, y otras muchas criaturas, incluyendo a los pulpos, también poseen estos sustratos neurológicos." Esto es un extracto del manifiesto firmado por numerosos neurocientíficos y redactado en 2012 en la Universidad de Cambridge, Inglaterra.Conscientes de sí mismos, vemos que estos seres del mar son capaces de sufrir y disfrutar, experimentar dolor y placer, miedos y alegrías. Seres indefensos con los mismos derechos que nosotros a vivir libres y a ser felices disfrutando de la vida.En delfinarios o parques zoológicos, piénsatelo antes de comprar tu entrada para verlos.