etrocedamos en el tiempo hasta 1919, fecha en la que La Ley del Retiro Obrero obliga a que los patronos aporten unas cantidades para sufragar la pensión que hoy llamamos de jubilación pero que entonces se llamaba de retiro. Palabra esta última que a todas luces no indica alegría alguna, pues se retiran los trastos, lo que ya no sirve. Hasta esas fechas aquellos trabajadores que, por edad o imposibilidad física, ya no podían desempeñar su oficio, la sociedad no los consideraba y se olvidaba de ellos como de los trastos viejos y, los pobrecillos, habían de confiarse a la familia o a la caridad. Naturalmente, en aquellos tiempos, no se pagaban las bajas por enfermedad o maternidad ni el paro, ni€. En aquellos tiempos justo se iniciaba eso del retiro obrero.

Así ocurría que multitud de ancianos malvivían pues sus magras soldadas como jornaleros no les habían permitido ahorrar nada para sobrevivir durante su vejez. Las cajas de ahorro eran instrumentos públicos de fomento y salvaguarda del ahorro como sistema de previsión para el futuro. Se iniciaba por aquel entonces lo que ahora nosotros conocemos como Seguridad Social. La vida era mucho más dura que ahora, pues los logros sociales estaban todavía por conseguir. Fueron nuestros bisabuelos y abuelos quienes los consiguieron para nosotros.

Por todo eso las prioridades de la Caja en el primer año desde su fundación se dedicaron a esas cuestiones. Así, podemos leer en el acta de la sesión del 22 de noviembre 1921, de la Comisión Pela Caja lo siguiente: "Se acuerda visitar al alcalde [de Pamplona] suplicándole que colabore en el cumplimiento de la Ley de Retiro y se pasa a Diputación un proyecto de condiciones de subasta en la que se incluya la obligación de pagar el Retiro Obrero".

Y en la de la misma comisión del día 13 de diciembre de 1921 lo siguiente:

- "Ver en catastro los patronos agrícolas, y circular a todos los alcaldes de Navarra a fin de que afilien el personal de los ayuntamientos. [No afiliaban a sus obreros ni los patronos ni los ayuntamientos].

- Estudiar la situación en que están los obreros eventuales del ferrocarril del Norte; todos los del f/c de Plazaola y los que correspondan del Bidasoa".

Un año más tarde, en la sesión del 18-XI-1922, de cara a fomentar el ahorro, leemos:

"Se acuerda sortear 1.300 Ptas. entre las libretas 1er p: 500, 2º p: 200, 3º: 100, 5p de 50 y 10p de 25.

Se acuerda conceder dos pensiones vitalicias de 2 Ptas. diarias a un anciano y una anciana nacidos y residentes en Navarra que, siendo pobres y observando buena conducta moral y religiosa, sean los de más edad entre los solicitantes".

En el acta del Consejo celebrado el 2-VII-1927 leemos: "Reconstitución del Comité de Homenaje a la Vejez [órgano que establece todo lo relativo a la concesión de pensiones a la vejez] de la siguiente forma: 2 representantes tanto de la Excma. Diputación de Navarra como de la Caja (presidente y secretario [a la sazón Uranga y Bajo]; el alcalde de Pamplona; un representante del Sr. Obispo, del INP, de la prensa [director del Diario de Navarra] y otro de las sociedades de recreo de la Capital". Como puede apreciarse, un comité altamente participativo en lo administrativo, institucional, religioso, social, informativo e incluso deportivo/cultural.

A los ancianos la Caja los consideraba como miembros de pleno derecho de la sociedad humana, como lo hacían y hacen todas esas sociedades que, indebidamente, denominamos primitivas, en las que los ancianos son venerados por su importantísimo caudal de experiencia (el Senado, el sanedrín o la tuguna son cámaras de sabiduría por acumulación de experiencia). Sin embargo, este mercantil mundo actual ha vuelto a considerarlos como trastos sin ningún valor productivo directo. Sin ir más lejos, observamos que el 95% de las víctimas del covid-19 son mayores de 65 años. La sociedad actual no implementa suficientes medios sanitarios para que los médicos no tengan ese terrible dilema de elegir atender a unos u otros de sus pacientes en función de la edad que tengan. Albert Camus, en La Peste, dejó dicho: "cuando no se han dormido más que 4 horas no se es sentimental". Simplemente la sociedad actual ha retrocedido en el campo sentimental, estamos como hace un siglo, volviendo a tener que reconquistar derechos fundamentales.

¿Pueden ahorrar algo para su vejez quienes apenas sobreviven? ¿Son dignas las pensiones de jubilación? ¿Es bueno que los planes de pensiones estén en manos privadas? Ya casi todo está privatizado (agua, luz, teléfono, combustible,€), pronto se privatizará también la vida y la muerte, volveremos a la antigua Grecia de la isla de Ceos, donde al cumplir los 60 años te entregaban la cicuta. Parece que todos esos adelantos llegarán pero€ ¿vamos bien?

No sirve de nada avanzar técnicamente si no se produce un avance paralelo en la universalidad de los derechos. Cada día que pasa se agudizan las diferencias sociales y más ancianos sufren indigencia. ¡Qué sociedad tan arrogante y tan vana hemos re-construido!

El autor es promotor de la refundación de la Can, notario jubilado y nieto del director gerente de la Can de 1921 a 1950