El pasado viernes 19 de febrero fallecía, con 92 años, María Luisa, nuestra tía. Larga vida y un solo deseo: que alguien le pidiera perdón. Ella estuvo hasta el último momento dispuesta a concederlo. Espera en vano. Nadie lo hizo.Su padre -en su presencia- fue arrancado de su hogar por vecinos de su pueblo y llevado a la cárcel de Tafalla, de donde la trágica noche del 21 de octubre de 1936, junto a 63 presos más, se le condujo a la Tejería de Monreal para ser posteriormente fusilados sin juicio ni sentencia. Asesinados. Dejó viuda con 40 años y 9 hijas e hijos huérfanos. Para ahondar más en el dolor se les informó en distintas ocasiones: que volvería pronto, que ya se le había liberado, que.... nunca volvió.La historia oficial -la de la dictadura criminal franquista- nunca los reconoció; recompensó social, política y económicamente con holgura a sus historiadores para ocultar primero, y manipular después estos abyectos hechos. ¿Alguien podría confiar en que estos ilustres licenciados persiguieran la verdad?Gracias a la dedicación, compromiso y rigor de personas como Josefina Campos, entre otrxs; historiadores como Fernando Mikelarena, despreciado por intelectuales de saldo que muestran currículums y másteres de reconocido prestigio; a asociaciones como la pionera Altafalla y la local Teilleriako Ahastuak, se han conocido el cúando, el cómo, quiénes y dónde. El porqué ya lo sabíamos.María Luisa llegó a tiempo de conocer, antes de dejarnos, todo ello, incluso el Memorial levantado en Monreal-Elo. Quedan para ver completados sus derechos, como a todas las víctimas del franquismo, la justicia y la reparación debidas.Estabas y estamos muy orgullosos del abuelo Gregorio. Que la tierra te sea leve.