Creo que todos agradecemos que nos feliciten en el día en que se conmemora la fecha de nuestro nacimiento. Sin nacer no estaríamos hablando de celebrar. Pero sobre este asunto habría que matizar diversas cuestiones.Somos muchos los que nos sentimos felices de haber nacido, y aunque a veces la vida nos ha maltratado, cuando hacemos balance de nuestra existencia suma más lo positivo. No es que los buenos momentos duren más, es que los malos tendemos a olvidarlos rápidamente y en nuestro disco duro, en general, prevalece lo que consideramos positivo y se disimula lo negativo. Aunque hay ocasiones, especialmente en días de resaca, en las que vuelven muchos de esos fantasmas negativos que parecían olvidados y entonces, cuando nos ponemos frente a la cruda realidad, sin disimulos, hacemos un serio examen de conciencia hasta el punto de que incluso nos gustaría borrar algunas partes de nuestro pasado. Pero ahí está nuestra conciencia, que lo tiene todo catalogado. Hay quien asegura que era verde y se la comió un burro. Otros aseguran que es un invento para controlarnos (como los chis que nos ponen con la vacuna).... Pero es indudable que la conciencia, como el amor o el odio, existe. La mejor definición que he oído es que la conciencia es algo que no nos impide pecar, pero nos impide disfrutar del pecado.Volviendo a las celebraciones, todos tenemos una serie de fechas que debemos recordar o que es muy peligroso olvidar: los cumpleaños, el aniversario de la boda... y otras fechas de celebraciones rimbombantes. Igual sería mejor celebrar cosas más cercanas: aquel día que volvimos a ir al cine. Aquella cena inolvidable en la que no hubo morros por tomar otra copa más...Conforme avanzamos en años amortizados nos asaltan turbios pensamientos del estilo de: ¡Cuán efímera es la vida! o ¡El tiempo avanza de forma inexorable!.... Quizá sería interesante saber hasta cuándo vamos a vivir y hacer como para licenciarnos en la mili o como cuando se acerca la jubilación, ir descontando los días que quedan para tener más claro el futuro. Quizá eso nos haría menos egoístas, o no, ¿quién sabe?. (Habría que hacer un apaño para no contabilizar casi todo el 2020 porque nos lo ha quitado la pandemia).Yo siempre he sostenido que soy joven para mi edad, pues, como demostró Einstein, el tiempo es relativo y, al igual que el espacio, no es una magnitud recta, sino que tiende hacia una curva descendente. Solo hay que mirar las barrigas y otras partes del cuerpo para ver que el tiempo curva el espacio y eso es irrefutable.Prueba de esta relatividad cotidiana del tiempo es que si acabas de cumplir sesenta y ocho, verás que el sesenta y nueve es una utopía casi inalcanzable. El sesenta y nueve es más asequible a los treinta, a los cuarenta....De todas formas, zorionak a los que cumplen y eskerrik asko a los que felicitan.