Quisiéramos muchos movernos, pero encadenados nos vemos y no por nuestros delitos sino por los representantes que hemos escogido en los gobiernos. ¡Cuántos impedimentos ahora! Muchas libertades fundamentales nos han sido arrebatadas y habitamos una especie de extraño fascismo, el derivado de la pandemia y de las actuaciones de nuestras autoridades, a menudo estúpidas y contradictorias. Dura penitencia que demasiado dura hemos de asumir, con rabietas o sin ellas. También Jesús sufría los latigazos ordenados por malvados e ineptos. La Semana Santa no solo nos muestra la bondad del cordero, al nazareno que se deja sacrificar entre tormentos, derrochando amor cuando otros destilarían comprensible odio. Ser castigado injustamente provoca natural repulsa. También narran los Evangelios la tiranía de los poderes de este mundo y sus pérfidos usos; los vemos también en nuestra imperfecta y torpe democracia. El cristiano intenta cumplir las leyes justas, pero desconfía del poder, de sus abusos, los del diablo y su mundo inmundo.Y, por otra parte, el dolor de mirar hacia los fallecidos, quienes sufrieron el virus y siguen padeciendo consecuencias penosas por culpa del horrendo bicho. Casi todos conocemos a varios que lo han sufrido. La necesidad de tomar precauciones, de evitar traspasar el mal a otros, pues no es bueno quien se despreocupa de lo que pueda pasar a los demás.Mirar las cifras oficiales, pese a las mentiras y ocultaciones, pese a los suicidios acallados, pese a las depresiones masivas de parte de la población, puede darnos una idea. De los infectados, mueren fundamentalmente ancianos o quienes tenían otros problemas de salud..., y muchos países se están arruinando... En España han hundido el comercio y solo se salva algo Madrid. No es un problema solo de los ineptos hispánicos que llegan a puestos de mando sin saber actuar, necios; lo vemos en muchos países importantes y serios. Y, sin embargo, nada en China, como si tuviesen el antídoto... La única beneficiaria, por ahora, y la nación causante del desastre... Cui prodest?Nuevos estudios descubren cómo en febrero los contagios bajaron pese a los desplazamientos y que de poco o nada sirvieron los cierres de provincias o regiones, incluso los encierros de algunos ayuntamientos... Penitencia sufrimos en la sociedad, acá y acullá... Cada vez más compruebo cómo en la corte la gente y, sobre todo la juventud, está más harta de tantas prohibiciones y penitencias, y desean, con la primavera, la resurrección de una vida libre y primigenia. No es fácil habitar la edad prohibida. Cercenaron nuestras libertades, como a Jesús... Paciencia, que la ira no nos envuelva..., pero recordemos el día de nuestro juicio, en el voto..., nuestro pequeño poder. ¿Qué ha de quedar de todo esto?Los cristianos confesamos que la muerte no es el final, porque proclamamos al resucitado, pero debemos cuidarnos, por nosotros y por otros.