Por lo publicado en la prensa (DIARIO DE NOTICIAS) el Parlamento de Navarra pide investigación a Mikel Zabalza. Habría que remontarse más de medio siglo a indagar los hechos acaecidos.No puedo remediarlo, me viene a la memoria mi amigo Javier. Lo ocurrido sucedió hace más de cincuenta años, pero los recuerdos vuelven diáfanos, como si hubieran sucedido ayer mismo.Tocayo, compañero de clase, lo conocí a los 11 años cuando hacíamos el Bachiller, buen amigo. Tenía un cerebro privilegiado y férreas convicciones, en aquellas fechas, algo poco común. Elocuente, aunque de palabras las justas, se hacía notar por su gran capacidad comprensiva. Le valió para llegar a la universidad, algo que yo no logré. No por ello cesó nuestra amistad, al contrario, me animaba a estudiar en mis ratos libres. Lo hice.Aquella noche jamás la olvidaremos los que le apreciábamos. Nunca le preocupó cultivar el cuerpo. Lo importante -decía- era la mente. Flacucho, endeble, no pudo soportar el palizón. Cuando se dieron cuenta que se habían pasado, ya era tarde. Lo dejaron tendido en la calle Navarro Villoslada. Como pudo, arrastrándose, apoyándose en las paredes, consiguió llegar a la esquina con Bergamín. Vivía justo a la vuelta, con vistas a la Plaza de la Cruz que también conocíamos, estudiamos en el Ximenez de Rada. Con las escasas fuerzas que le quedaban pudo abrir la puerta del portal. Residía en el primero, pero no llegó. Su alma abandonó el maltratado cuerpo en el rellano de la escalera. Lo encontró un vecino. Casi le da un infarto de la impresión.Quien esto lea se dará cuenta por la descripción qué había en aquellas fechas cerca del cruce de Paulino Caballero con Bergamín. La trasera del Gobierno Civil. No puede estar más claro. Como decía, hay mucho que indagar en el pasado. Pero ciertos poderes lo aceptan. Corren las lágrimas por el amigo perdido.