i van a a parpadear, háganlo ahora", éste podría ser el comienzo de una campaña electoral que, hoy en día y sin ninguna duda, arrasaría. Este inicio forma parte de una película, Kubo y las dos cuerdas mágicas, producida por los estudios Laika, y que se estrenó en 2016. Una de sus grandes lecturas es la influencia de la historia y de la narrativa en las personas, en este caso,sobre el protagonista y su pueblo.

Tras la victoria en las pasadas elecciones madrileñas de Isabel Ayuso, con su flagrante eslogan Libertad y con sus intervenciones tanto en los medios como en las medidas implementadas en la sociedad, me vino, primero, el título de uno de los libros de Nunccio Ordine, Clásicos para la vida, segundo, la relectura del holocausto nazi a través de la guerra de Troya en la obra de Theodore Kallifatides, y, por último, las claves de toda historia en El héroe de las mil caras de Josep Campbell.

Todo ello me hizo comprender las dos grandes victorias en el ámbito electoral de los últimos tiempos en nuestro país. Como si de literatura comparada se tratara, los dos presidentes construyeron una narrativa en sus campañas que se arraigan en las estructuras literarias clásicas. Pedro Sánchez con su victoria en las elecciones del 2019 y Ayuso en las del pasado 4 de mayo del 2021. La primera de ellas se entronca al último libro antes expuesto, donde cumple gran parte de los requisitos que Josep Campbell analizó como imprescindibles en todo camino del héroe. Pedro Sánchez fue desterrado de su partido, pasó ciertas pruebas y renació, volviendo a su status quo con nuevas ideas y aunando a todos aquellos que se sentían desengañados con lo que se había convertido el PSOE.

Ahora ocurre algo parecido con Ayuso. La presidenta de Madrid formuló un discurso similar a la tragedia de Sófocles representada por primera vez en el 441 a.c, Antígona. Ella se ve en la tesitura de honrar y dar descanso al cadáver de su hermano pese a tener que desobedecer las reglas civiles expuestas por Creonte, rey de Tebas. Si cambiamos la honra de Antígona por dar sepultura a su hermano, por actuaciones que transgreden las reglas civiles impuestas en la actualidad, sea cambios en los reglamentos en la hostelería o en estructuras dentro de la sanidad pública, y, por si fuera poco, todo ello lo cubrimos bajo el paraguas de la libertad, un ideal irrebatible, tenemos la campaña que ha arrasado en Madrid. Si Antígona pudo convencer, ¿cómo no lo iba a hacer Ayuso?

Es curioso cómo ese trabajo de reescritura de historias que funcionan en las campañas está calando en la sociedad, de tal modo que poco a poco los programas y los proyectos políticos se diluyen como lágrimas en la lluvia. Estamos siendo conscientes cómo de nuevo la narrativa configura la vida y la realidad, y no viceversa. Alejandro Magno dormía todas las noches con la Ilíada bajo el brazo. Cuando conquistó Gaza, ató a su máximo mandatario a su carro y lo arrastró hasta su muerte. Igual que el homérico Aquiles hizo con Héctor. ¡Qué peligroso es convertir la política en narrativa! ¿Qué será lo siguiente? ¿Os imagináis a futuros dirigentes que narran como el Conde de Montecristo o Macbeth entre otros?

El autor es comunicador audiovisual y estudiante de Filología Hispánica en la UNED