Comentamos con frecuencia aquí, en la Casa, la heroicidad del personal durante la pandemia. Quiero y queremos hacer público nuestro reconocimiento a las personas que tan generosamente nos atendieron cuando estuvimos tanto tiempo encerrados en la habitación. Cada día con el desayuno, la comida, la cena, la ropa, la limpieza del baño y dormitorio, la desinfección... con la sonrisa y el cariño de siempre, duchando a quienes así lo necesitaban, haciendo camas y hasta ejerciendo de podólogo, por no estar esos largos días aquí el facultativo, poniéndonos las gotas, los termómetros... Tan amables en unas circunstancias tan especiales, tan duras para ellas, con tan poca protección y viendo cómo iban muriendo varias cada día. Algunas tuvieron que alquilar una vivienda para evitar contagiar a su familia, y hubo quien se contagió. Nadie les aplaudió en balcones, y nos parece muy bien que lo hicieran a los médicos, a todos los sanitarios, pero ¿y a estas mujeres y hombres que aquí se entregaron con alma, vida y corazón? Aunque tarde, queremos mostrarles nuestro más cordial agradecimiento. Quizás ahora lo reconocemos más todavía por la situación de preocupación que están viviendo, ¡quizás!