Muchos críticos de Sánchez opinan de él que es el problema, el que se baja los pantalones, el que le da igual pactar con el diablo (si hace falta) para acabar la legislatura, el que gana las elecciones prometiendo que no hará lo que sí hace al día siguiente de ganarlas, el que se cree sus propias mentiras, el que pacta con Bildu y con los independentistas catalanes.... Ya, pero el problema no es sólo Sánchez. El problema es el de miles de votantes socialistas que son como él. Por mi experiencia con algunos votantes socialistas o de izquierdas, para ellos lo importante es que gobierne la izquierda y no la derecha: cómo se consiga eso (bajándose los pantalones, pactando con el diablo....), les da lo mismo. Creo, sinceramente, que la derecha es mucho más digna en eso, incluso la que yo llamo derecha blandengue (antes, derechita cobarde). Gente socialista que tenía una cierta idea de unidad y dignidad de España, que hacía honor al calificativo Español que viene en las siglas del PSOE, cuando hace falta, se traga ahora el discurso de Sánchez y comulga con cualquier rueda de molino: hay que pactar con Bildu, no creas que nos hemos arrodillado tanto ante los catalanes, Sánchez es plenamente constitucional (cuando hay alguna sentencia del TC que no obedece), etcétera; incluso tratan de venderte el discurso propagandístico, a ver si lo compras o te lo crees... El fin justifica los medios. Al final, los políticos son un espejo de la sociedad. Y se hace bien cierto aquella manida frase de que tenemos los políticos que nos merecemos: los que hemos votado. Ni más ni menos.