uenta la arqueología que en los antiguos silos de cereal de Mesopotamia existían unas bancadas donde, al parecer, unos cuantos próceres discutían acerca de la distribución del grano que contenían dichos silos. La bancada era muy reducida si se tenía en cuenta el cereal almacenado, es decir, entre pocos decidían acerca de lo producido por la comunidad. Allí donde nació la agricultura, la escritura (cuyo objetivo era controlar lo producido), también nació el monopolio en la distribución.

Más de uno de ustedes, amables lectores, todavía recordarán las oficinas que FECSA (Fuerzas Eléctricas de Navarra S.A.) tenía en la Avda. Roncesvalles o las gasolineras de CAMPSA que jalonaban las asfaltadas carreteras navarras, y, sin duda, los fumadores tendrán muy presente a Tabacalera SA y sus estancos... Felipe González inició la privatización de las compañías eléctricas y su colega Aznar acabó de rematar la faena, hoy convertidas en un cuasi monopolio de distribución, influyen sobre la legislación para salir beneficiadas en perjuicio de los consumidores. Pronto las distribuidoras de alimentos (agua incluida) iniciarán el mismo proceso.

En el mundo actual entendemos muy bien que la electricidad es un bien tan esencial como el transporte, la información, el agua, la sanidad o la educación, e igualmente entendemos muy bien que esos "bienes" no serán tales si la información no es veraz, si el agua sabe a lejía, si la sanidad la ejercen los matasanos, si la alimentación consiste en hormonas con forma de pollo o pescado o si... Pues bien, el "dinero" (que aunque sólo lleva unos 2.500 años entre nosotros) es un medio de intercambio sin el cual no podemos valorar nuestras particulares producciones y, por ello, es, también, un "bien esencial". De ahí que su distribución y creación haya de estar muy regulada. Tal y como ocurre en los países mayores de Europa.

El diario ABC (26/IX/2020) cuando se planteó la fusión de Bankia con CaixaBank, nos facilitó una serie de estadísticas acerca de la concentración bancaria en España tras dicha fusión y la comparación con el entorno europeo y entre otras jugosas cosas nos decía: "La evolución en los últimos 20 años ha sido de avanzar hacia una mayor concentración del negocio. En 2000 tenían (se refería a los 5 mayores bancos) el 45,4% de cuota. No alcanzaban ni siquiera la mitad del mercado español". Y añadía: "Una vez se ejecute la operación, por primera vez en nuestro país las cinco mayores firmas acapararán más del 70% de cuota de mercado nacional; alrededor del 71%, concretamente". "España es, ya hoy, el país de entre los cinco grandes de Europa que mayor concentración registra. El quinteto alemán sumaba una cuota en su país del 31,2% en 2019; el francés, del 48,7%; el italiano, del 47,9%; y el británico, aunque salga de la UE, también del 31,2%". Es decir, una vez más, asistimos impertérritos a la creación de un oligopolio bancario similar al eléctrico que ha conseguido que el precio del kilovatio español sea el más alto de Europa. ¡Con la "eñe" no deben poderse escribir críticas a semejante desaguisado! ¡Qué pachorra gastamos en la piel de toro, eh! Hace 20 años nos parecíamos más a los mejores países de nuestro entorno y ahora nos parecemos más a los países bananeros. Las puertas giratorias se van abriendo hacia la banca.

En el artículo siguiente hablaremos de eso que llaman "oligopolios" para aclarar que no se trata de un aceite que provoque la polio. De momento, si les da en la nariz que pronto tendremos los préstamos más caros de Europa, ¡firmen conmigo esta campaña en https://www.change.org/refundarLaCAN y difúndanla en todos sus ámbitos!

El autor es promotor de la re-fundación de la CAN, notario jubilado y nieto del director-gerente de la CAN desde 1921 a 1950