fortunadamente no tengo Facebook, pero una amiga me ha hecho llegar las reacciones a mi carta publicada el pasado sábado en DIARIO DE NOTICIAS sobre los no vacunados. Dicha reacción: un conjunto de exabruptos e insultos, si bien también hay llamadas a no insultar para opinar. Pues bien, valgan tres ejemplos, entre los insultos, del más suave: imbécil, a nazi, o pederasta terrorista (éste la verdad no acabo de entenderlo, será que soy un poco corto mental, entiendo como insulto pederasta o/y terrorista) pero pederasta terrorista no lo comprendo.... En fin, incluso para insultar hace falta un poco de coherencia....

Me da que estas personas la mayoría no son de los no vacunados, que en realidad es a los que iba dirigida la carta, y evitar que caigan en las UCI, se arrepientan entonces y pidan vacunarse como está pasando ahora. Un hecho: el 70% de los ingresados actualmente en las UCI son no vacunados.

También creo que la mayoría tampoco han sufrido alguna pérdida familiar por el covid, y reconozco que al ser mi caso puedo estar influenciado en mis opiniones.

En el fondo, aunque no en la forma, se ha cumplido mi deseo que ya lo mencionaba en la carta, que era crear debate, le ha faltado argumentación, pero lo ha habido.

Como digo, mi fin era provocar debate, y para eso usé la idea del pago de los gastos de UCI a los no vacunados, salvo excepciones justificadas claro. Sé que es una barbaridad pretender ese pago, y además soy consciente de que, afortunadamente, eso es imposible, contamos con una ley que, pese a la derecha, la sanidad pública es gratuita y universal, es decir para todas las personas, incluidas a las sin papeles (curioso eufemismo, pareciera que al nacer deberíamos venir con papeles adheridos al cordón umbilical), que no ilegales como les llama la derecha.

Es curioso cómo últimamente se está desvirtuando el sentido de las palabras: fascista o nazi. Ayuso se permite usarlo para insultar a la izquierda, aunque luego diga también lo contrario (habitual en ella), diciendo que si te llaman fascista estás en el camino correcto.

O libertad: usada por la ultraderecha y no solo en España sino en toda Europa para defender el derecho a tomar cañas en plena pandemia, para reivindicar el derecho a no vacunarse, o, como he leído últimamente, que en Noruega están organizando quedadas para autocontagiarse del covid; que la ultraderecha use la palabra libertad para estos menesteres cuando menos es francamente preocupante. Eso sí, estos mismos no quieren libertad para el aborto, para elegir una muerte digna o un matrimonio entre personas del mismo sexo.

Y también es un hecho que imponerse el certificado y aumentar las vacunaciones ha sido todo uno, aunque éstas sean de jóvenes para poder ir a las discotecas, pero bueno menos no vacunados que hay.

Estamos en tiempos convulsos, la pandemia nos ha afectado enormemente en todos los aspectos de nuestra vida: personal, familiar, laboral, político, etcétera, y nos va a obligar a debatir y exigir responsabilidades a todos, léase porque África tiene solo un 8% de vacunados, cuando aunque sea por egoísmo había que haber facilitado la vacuna sabiendo que es una pandemia mundial y que el virus se propaga rápidamente, y ahora la primera opción es prohibir que vengan de África para no contagiarnos... o el papel de las farmacéuticas, porque no liberan las patentes cuando han recibido inyecciones de millones (cuando la excusa de las patentes es que se han gastado millones en investigar) para crear una vacuna en tiempo récord. O el papel de los políticos de la derecha, que con tal de tumbar a un gobierno que no les gusta han usado el dolor y sufrimiento (véase el fotomontaje de Vox en la Gran Vía de Madrid llena de ataúdes), o la nefasta gestión en las residencias de mayores.

Y van a venir más debates a cuenta de imponer o no más restricciones, véase en Europa cómo están llegando incluso a la vacunación obligatoria: Austria a partir de febrero.

En fin, parafraseando a mi añorado Anguita con su: programa, programa, programa; debate, debate, debate.

Salud para todos.