Que todo en la vida sean las luces, la decoración y la felicitación navideña, pero es que ya he tenido esta sensación algún otro año y me apetece escribirlo. ¡Qué Navidad tan bonita tenemos en nuestra tierra y qué lío veo últimamente de motivos que me hacen sentir en cualquier otra parte! Llamadme loca, pero es que no paro de ver gorros de Papá Noel en casas y escaparates y felicitaciones, y me cuesta encontrar la txapela de Olentzero o el gorro de Mari Domingi; o un Nacimiento completo, brillante, con campanas, lazos, trompetas y una estrella de esas gigantes sobre el Belén.Que contentar a todos es imposible y la Navidad es para dar gracias y me ilusiona cada detalle. Porque yo no tengo nada en contra de Papá Noel, ni de los renos y elfos. Es solo que le iba más un saco de carbón a la rotonda de Príncipe de Viana que ese corazón de San Valentín, o unos camellos a las lunas de Carlos III, por poner un ejemplo. Como si no tuviéramos motivos navideños propios. Eso sí, con lo que ya no puedo de ninguna manera es con la frase de Felices fiestas tan políticamente correcta y de moda en las felicitaciones que me hace preguntar: ¿quién se va a ir de fiestas?Que cada uno viva estos días como más guste, solo faltaba; pero llamar a las cosas por su nombre es lo que nos conecta con la cultura que heredamos y de la que tenemos la responsabilidad de ser conscientes para compartirla como consideremos. La Navidad nos une a nuestros seres queridos, a generaciones anteriores que nos enseñaron los villancicos y a las que vienen y están por venir.Hemos dejado sin kalejira de Olentzero a los más pequeños, que son el espíritu de la Navidad. Que no les quitemos lo que queda de Navidad, por favor. Quiero llenar estas líneas de castañas al fuego, de panderetas en las casas, de delantales, cantos angelicales, de ropa de caseritos, de ese polvorón que te haya guardado la amona o un ser querido, de la ilusión, el cariño... para todos, con todas las letras: Eguberri on!! ¡Feliz Navidad! Gabon zoriontsuak pasa!