urante el pasado Pleno extraordinario del día 2 de marzo, la oposición tomó la decisión de levantarse y abandonar el salón, antes de, ni más ni menos, la votación de los presupuestos del año en curso.

Me encuentro atónita ante este hecho y profundamente entristecida al comprobar cómo, a la ciudad que regento, ha llegado esta política espectáculo, esta forma irresponsable de practicar una pseudopolítica hueca, superficial, enfocada únicamente al show.

Levantarse y abandonar el pleno antes de una votación tan importante para nuestra ciudad es, en primer lugar, una colosal falta de educación. En segundo lugar, una imperdonable falta de respeto hacia ese 45% de ciudadanos que dicen representar en este discurso tan gastado como demagógico. Por último, es faltar a su trabajo, la digna labor de oposición. Es huir del debate y la aportación a la ciudad desde el lado opuesto, donde la democracia te ha colocado.

Frente a esa manera de actuar maniquea y banal, el equipo de gobierno nos mantuvimos, en el ejercicio de nuestra responsabilidad, para explicar datos y hechos de cómo transcurrieron los acontecimientos. Y lo hicimos por toda la ciudadanía, pues bien sabemos que a toda ella representamos.

Espero que este tipo de politiqueo no venga para quedarse. No entendemos la acción política como la actividad donde la información se subyuga con propaganda falaz, donde poco importa verter mentiras, o donde los hechos objetivamente contrastables se ignoran sustituyéndolos por un espectáculo barato digno de un plató de cotilleos. Así no.

No imitemos esa forma de actuar que vemos, sobre todo en la política nacional, en la que algunos líderes políticos tienen éxito con discursos demagogos, vacíos de contenido, donde el oportunismo cala sin más análisis que el que se puede sustraer de un breve hilo de Twitter.

Es cierto que en los discursos que hemos escuchado por parte de la oposición esta legislatura no es novedad un tipo de lenguaje lleno de falsas verdades para conseguir el propio fin. También hemos asistido a la instrumentación de datos o ausencia de ellos para emitir opiniones sin rigor, pero no tenemos por qué acostumbrarnos a ese tipo de política falaz y simplista, revestida de pataletas y golpes de efecto tan patéticos como dañinos.

No traigamos el todo vale en política. No aquí.

*La autora es alcaldesa de Sangüesa