Tras dos años de parón obligado vuelven nuestras fiestas. Las fiestas de Burlada, las fiestas de su pueblo. De nadie más. Ni de santos, ni de santas, ni del ayunta, ni de gentes guays.

En la pasada legislatura, aquella del cambio, cambiamos algunas cosas. Detalles, nimiezas dirán algunas personas. Quizás con la distancia se perciba distinto. O quizás solo hacíamos lo que algunas nos creíamos, y seguimos creyéndonos.

Cambiamos la forma de entender el ayuntamiento, la forma de participar, la forma de ejercer. La forma de relacionarnos desde el cargo.

No queríamos ser vips, tener nuestro balcón, nuestro aperitivo, nuestra gente bien con pase especial. No. Éramos, somos y seremos pueblo. Nada más. Iguales. Y por eso bajamos el txupinazo a pie de calle, a la plaza. Y decidimos que se eligiera por votación quién lo tirase. Sin vetos a candidatura alguna. Sin cortapisas. Respetando voluntades. Buscando consensos.

Y sacamos en el programa de fiestas todas las actividades en un único programa para un único pueblo. Todas. Las de los curas, las de los vascos, las más borrokas, las más tranquilas, las más castizas y las más cursis. Todas. Sin excepciones.

Y permitimos ondear banderas de todos los colores, sin censuras, sin imposiciones. Nos gustasen o no. Fuéramos de venerarlas o las considerásemos meros trapos. Libertad. Que cada cual se sintiese identificado. Y en esas estamos. Y en esas seguimos.

Por eso este año tampoco recogeremos nuestros pases de invitación al cohete. Y la gente que nos acompañe ese día se confundirá como nosotras con el público de la plaza. Sin distinciones, sin fotos.

No subiremos al balcón que nos aleja de la realidad. No beberemos ni comeremos a costa del resto, y si hay que invitar, pues ya invitaremos.

Y participaremos en todos y cada uno de los actos festivos, de los unos, de las otras, compartiendo simplemente la alegría, la juerga y el respeto.

Y seguiremos trabajando para que haya voz y voto de la ciudadanía más allá de las elecciones de cada cuatro años. No aprovecharemos meros legalismos para terminar con años de participación directa en los patronatos. Nos gusten o no las decisiones que la mayoría adopte. Respetaremos.

Y volveremos a incluir en el programa de fiestas todas las actividades que dan vida al pueblo. Aunque por hacerlo nos castiguen con visitas inútiles a juzgados.

Y aceptaremos que cualquier persona pueda ser elegida para lanzar el txupinazo. Sin imponer la Santa Inquisición política.

Y permitiremos que todas y todos nos sintamos presentes en los símbolos, aunque algunas podamos pasar de los mismos.

Por ello, este 14 de agosto, jai zoriontsuak y nos vemos en las calles.