La pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores debido a la desbocada inflación y a los exiguos incrementos salariales, unido a la ausencia de la cultura del ahorro doméstico provocará una severa contracción del consumo interno y el consecuente finiquito del consumismo compulsivo imperante en la pasada década y desembocará en el retorno a una economía con claros tintes autárquicos y en este contexto, término como auzolan, ordea y trueque volverán a ser protagonistas del nuevo modelo económico que se avecina.

Según Wikipedia.org, auzolan sería el trabajo vecinal gratuito realizado habitualmente en beneficio del pueblo, pero también ocasionalmente puede tener como objetivo ayudar a una persona o familia. Se trata de una institución tradicional que en Navarra recibe el nombre de auzalan o artelan y que ha quedado recogida en la Ley Foral 2/1995, de Haciendas Locales de Navarra. En la vida del pueblo siempre han sido muy importantes las relaciones con el vecindario; sin duda, el trato ha sido y es más intenso que en las ciudades. Así, el vecino o vecina más cercano era considerado como pariente y era habitual que, cuando se enfermaba el dueño de la casa, los vecinos y vecinas le ayudaran en los trabajos del campo y lo mismo sucedía en las defunciones, nacimientos, pérdidas de ganado y no hacerlo era considerado sinónimo de escasa calidad humana.

Por otra parte, según economiasolidaria.org, el trueque es “una experiencia de economía alternativa que, entre otras cosas, pretende generar otro tipo de relaciones económicas entre las personas, basadas en la cooperación y en la satisfacción de necesidades de consumo de forma más consciente, crítica y positiva”. En los pueblos, la relación de vecindad ha hecho posible que aún hoy se siga potenciando las relaciones de intercambio material espontáneamente entre los miembros de la comunidad, aunque en menor medida y fundamentalmente entre sectores de mayor edad y la persona que participa en este sistema aporta algo de lo que puede prescindir y a cambio recibe otra cosa que en ese momento le es más necesaria.

El trueque tiene muchas ventajas: no se fabrican cosas nuevas, por lo que se ahorra energía, materias primas y no se contamina. Además no precisa un desembolso monetario, da vida nueva a los objetos, hace más libres a sus usuarios y conscientes del papel como consumidores, potencia los lazos comunitarios y ofrece soluciones creativas y locales a problemas como el de la crisis económica. En este contexto, se englobarían experiencias como la navarra “Págame sin dinero” que consiste en ofrecer su trabajo de diseño web a cambio de que el comerciante les pague con los productos que vende, iniciativa que toma el modelo de intercambios de Francia donde el trueque está de moda y funciona activamente.

Con una filosofía similar a los bancos de tiempo, nació en Pamplona “Yo no lo tiro”, una página web promovida por el Gobierno de Navarra y la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona y gestionada por el Centro de Recursos Ambientales de Navarra (CRANA) con el objetivo de “fomentar el intercambio de objetos entre personas con el fin de aumentar la vida útil de los productos y reducir la generación de residuos”. En Navarra, tenemos la singularidad del vocablo ordea, que procedería del euskera y se traduciría como compensación u objeto que se entrega como contraprestación de otro de la misma especie o equivalente en valor y se utilizaba habitualmente como sistema de préstamo o trueque en la Montaña y algunos lugares de la Zona Media sobre todo con alimentos, términos todos ellos que volverán a ser protagonistas del nuevo modelo económico que se avecina.

El autor es analista