Ayer estuve en una charla de Adrian Zelaia, de Ekai Group, economista que hace prospecciones de futuro, en Iruña. Planteó seis escenarios posibles para Europa desde un análisis económico del momento que estamos viviendo.

A- Seguir con el modelo neoliberal.

B- Volver al modelo de posguerra.

C- Acercarse al modelo de los países emergentes.

D- Gran reinicio (capitalismo inclusivo/feudalismo corporativo).

E- Modelo nacionalista industrialista (trumpismo).

F- Europa neocolonial.

Ninguna de estas opciones es buena para la gente normal. Todas son opciones de soporte y mantenimiento de las élites que dirigen el mundo a su antojo. De estas 6 opciones, la D es la más probable. Al menos, es la opción con la que trabajan las élites americanas y europeas. Tomando decisiones absurdamente malas para Europa, como el debilitamiento de estados y gobiernos a favor de las grandes empresas y la dependencia directa de los ciudadanos con respecto a las grandes corporaciones. Desmantelar industrialmente Europa, en Alemania ya han empezado, y hacer desaparecer el dinero en metálico. En este sentido, en la promoción del dinero digital tienen grandes ideas, además del control de en qué gastamos y cómo lo hacemos.

Las élites están trabajando en la maravillosa idea de que haya un plazo concreto para gastar tu sueldo. Por ejemplo, si cobras el día 1 y a los tres meses no lo has gastado, se retira de tu cuenta lo que te ha sobrado. En fin, feudalismo, otra vez, y ya puestos, igual se les ocurre recuperar el derecho de pernada. Otro aspecto que llamó la atención en la conferencia fue la desidia, la falta de interés o de iniciativa de los partidos políticos, instituciones, y la propia ciudadanía ante lo que se nos viene encima. Nos han bajado el poder adquisitivo un 10% y no pasa nada. Es como decir: dále, dále, tranquilo. Señaló que el mundo ya se ha dividido en 2 bloques. Por un lado, EEUU, Canadá, Europa, Japón y Australia; y por el otro, todos los demás, los países emergentes: China, Rusia, India… y el resto que siguen su estela. Los países emergentes llevan años acumulando oro para poder sostener un dinero real, no las fotocopias de billetes con las que funcionamos ahora. Mientras que quien llevaba la batuta hasta ahora (EEUU y Europa) entran en franca decadencia. Sobre todo Europa, hundir a Europa es un salvavidas para Estados Unidos. En definitiva, una conferencia muy interesante y muy bien argumentada (solo estoy dando unas pinceladas a brocha gorda), en la que no se habló de cambio climático, más vale, si no salimos de la sala de Condestable con ganas de tirarnos por el puente de la Magdalena. También se habló de las posibles protestas en Europa este invierno. Se auguran disturbios graves. Pero eso tampoco es halagador, si se protesta y se prende fuego a la barricada exigiendo derechos o luchando ante la injusticia en parámetros antiguos.

Otra vez, lucha, represión, acción-reacción y todo sigue igual. No veo ninguna salida viable si no se da un despertar en conciencia. Si no vamos tomando decisiones individuales que configuren un marco diferente. Si no nos comprometemos con el mundo ideal en el que quisiéramos vivir. Al menos algunos.

Igual hay gente que está a gusto en esta vorágine consumista y hedonista, parece que sí. Carpe diem y tele de 100 pulgadas para ver el Mundial. Pero quienes llevamos decenios soñando un mundo justo, bonito, agradable, colaborativo y feliz, vamos a tener nuestra oportunidad. Oportunidad que no se recoge en los análisis económicos. Pero sí que está presente en la agenda de la consciencia o del espíritu, como prefieras llamarla: actuar distinto para vivir mejor. Implica renunciar a muchas de las comodidades actuales. Por ejemplo, cambiar el coche por la bici. ¿Es más incómodo? No sé. Yo disfruto desplazándome en bici. Imagínate que, de repente, 10.000 personas de Pamplona que hacen desplazamientos en coche dentro de la ciudad, decidieran utilizar la bici a diario. ¡Guau! cambiará el paisaje. El Ayuntamiento se vería obligado a adecuar la ciudad a un ritmo de vida más amable. Florecerían plantas y árboles y se pondría un arcoiris permanente en la avenida Baja Navarra. Y así con todo.

Si tomamos decisiones individuales en pro de un futuro utópico que rompa estas 6 distopías probables que planteaba Adrián en su conferencia, tenemos esperanza. Si seguimos empanaús mirando las pantallas y confiando en que a nosotros “no nos toque” acabaremos con la misma cara que ponían los actores de No mires arriba cuando se daban cuenta de que era verdad lo que se avecinaba. No estamos esperando lo que vendrá. Ya está aquí. De nosotras depende el resultado. Cada cual tendrá que tomar decisiones que le colocarán a un lado o al otro. Y cada cual se verá examinado en función de sus decisiones. ¿Qué prefieres? ¿utopía o distopía?

En el camino nos vemos, a las puertas de la victoria, como diría Fermín Muguruza.