He tenido la suerte de asistir a las dos charlas que se han organizado para exponer lo que hasta el momento se está estudiando desde un punto de vista científico sobre la mano de Irulegi, la charla organizada en la Casa de Cultura del Valle de Aranguren (http://www.aranguren.tv/charla-completa-mano-de-irulegi/) y la del pasado jueves 29 en el Planetario de Pamplona.

No sé si al resto de ustedes, pero a mí, casi siempre me pasa que cuando se da por terminada la charla y se acaba el turno de preguntas, me vienen a la cabeza las mejores preguntas e intervenciones del mundo, ya sabemos que a toro pasado… Y algo así me sucedió el otro día en el Planetario.

Hoy, alejado del miedo a no saber cómo expresar lo que tenía como intuición en mi interior, y habiéndolo verbalizado en varias conversaciones amistosas, creo que puedo lanzarme a pedir el micro al personal del Planetario y comenzar mi turno de preguntas en diferido. Me gustaría, lo primero, agradecer al Ayuntamiento del Valle de Aranguren su sensibilidad y trabajo constante y callado, fruto del cual estamos hoy aquí.

Quisiera hacer una reflexión y una pregunta. La reflexión me surge a raíz de la presentación que Jesús Sesma, arqueólogo del Servicio de Patrimonio del Gobierno de Navarra, ha hecho de esta charla. Al principio, con una sonrisa sincera, ha agradecido y se ha sorprendido del interés que la arqueología está suscitando a través de la Mano de Irulegi. Cuando usted ha dicho estas palabras, a mí me ha surgido una duda.

Creo que las colas de estos días para poder asistir a esta charla y la enorme fila que, bajo la lluvia, se produjo fuera del Planetario para ver unos segundos la Mano de Irulegi en directo, sí que pueden tener algo que ver con la arqueología, pero creo que el motor principal de esta expectación es otro. Lo siento. Creo, desde mi humilde opinión, que la Mano de Irulegi ha movido algo en lo colectivo. Creo que a lo que estamos asistiendo es a una especie de catarsis colectiva, a una sacudida grupal de complejos viejos y tristes con respecto al euskera y a la Historia de Navarra.

Y me ha encantado que en ninguna de las dos charlas ni en los artículos que he podido leer en prensa, en ningún momento, ustedes como científicos, han hecho referencia a este sentimiento, a esta emoción colectiva que hoy, aquí, ahora, creo que está presente con respecto a la Lingua Navarrorum y a la Mano de Irulegi. Ustedes como científicos se tienen que dedicar a la ciencia. Y de esta objetiva y maravillosa ciencia nace la interpretación poética que cada persona hace de este hallazgo.

Hay quienes podemos ver la Mano de Irulegi como un saludo del viejo euskera a los Euskaldunzaharrak y a los Euskaldunberriak de hoy en día, la podemos sentir como una confirmación de nuestras intuiciones, es una Mano que anima y ayuda a los terraplanistas euskarafóbicos a acercarse a su propio pasado sin complejos ni intereses partidistas, desde lo objetivo de una humilde mano de bronce colgada en el dintel de una casa, la podemos sentir como la memoria de la tierra, como una caricia de bronce (seguro que algún poeta de verdad sacaría más y mejores metáforas… perdón…).

La ciudadanía o, al menos, parte de ella, no tenemos que dar cuenta de lo que sentimos ante un hecho objetivo. Somos libres de sentir y expresar lo que se nos presenta como científico.

Vuestra ciencia es nuestra poesía. Gracias por ser maravillosa y escrupulosamente objetivos. A mí, la Mano me ha movido. No soy objetivo, lo sé, no puedo serlo.

Y la pregunta sería... La pregunta espero poder hacérsela en persona a nuestros científicos y resto de personas implicadas en una serie de reportajes y entrevistas que, ojalá más pronto que tarde, podamos realizar en Aranguren Televisión centrados en la Mano de Irulegi.

El autor es presidente de la Asociación Cultural Arangurengo Telebista, Aranguren Televisión