El pasado día 13 de enero en el podcast diario de El País, el periodista Iñigo Dominguez, con la ayuda de Vicente Olalla, experto en Arqueología e Historia, y las aportaciones científicas del lingüista Javier Velaza, publicó el podcast titulado Lenguas prerromanas: así sonábamos hace veinte siglos. Felicito a El País por el tema elegido, tan escasamente tratado en la prensa a pesar del gran valor histórico, lingüístico y cultural que presenta. Por mi parte, y desde mi condición de vascohablante, estudiosa del euskera y conocedora de su situación sociolingüística, me gustaría exponer dos cuestiones que me suscitan interés a raíz de la escucha del podcast: la denominación de protovasco y la alusión a la política al referirse al euskera.

En el podcast se aborda el tema de las lenguas existentes en la Península Ibérica antes de la romanización. Se citan cinco lenguas: la tartésica, la ibérica, la celtoibérica, la lusitana y el protovasco o vascónico (básicamente las mismas que incluye Rafael Lapesa en su Historia de la lengua española). Al hablar de cada una de ellas, se alude a su ubicación, las inscripciones que se conservan y algunas especificidades sobre su sistema gráfico o fonético.

En el podcast se utiliza la denominación de protovasco. Esta designación se ha extendido a raíz del descubrimiento de la Mano de Irulegi, una inscripción que ha creado interés científico, por una parte, porque aporta luz sobre la existencia de documentos escritos en esta lengua en una época muy anterior a la considerada hasta ahora. Por otra parte, porque la ubicación del descubrimiento en una zona cercana a Pamplona / Iruña, en el Valle de Aranguren, ha centrado la atención en la denominación, tantas veces citada, del euskera como la lingua navarrorum a la que aluden los romanos.

La denominación de protovasco pretende designar, de forma científica, a la lengua de la que procedería el euskera actual, de forma similar a la utilización de protoindoeuropeo para referirse a la hipótesis lingüística de la que parten la mayor parte de las lenguas europeas (lenguas románicas, eslavas, germánicas, celtas, eslavas o helénicas, por citar algunas). En el caso del ahora denominado protovasco o vascónico, se deja abierta la posibilidad de que hubiera más lenguas procedentes de ese tronco común. No obstante, creo que la gran desinformación que existe sobre este tema hace confundir a las personas que no tienen una formación lingüística e introduce una nueva variable que complica la comprensión. Mi reflexión es la siguiente: si el latín solo hubiera dado lugar a una lengua, ¿no se seguiría denominando latín y no castellano, italiano, portugués, catalán, gallego, francés o rumano? Por lo tanto, si el protovasco solo ha dado lugar (según las investigaciones llevadas a cabo hasta el momento) al vasco, ¿por qué denominarlo de forma diferente?

Por otra parte, en el podcast, que tiene carácter divulgativo y resume lo más reseñable lingüísticamente de cada lengua, se introduce un comentario sobre las implicaciones políticas en relación con el euskera que considero totalmente inadecuado. ¿Por qué se habla de la implicación política en este tema si se están exponiendo los hechos científicos, comprobados empíricamente sobre la lengua vasca en la época prerromana? Creo que en este caso, el periodista se ha dejado llevar por un prejuicio lingüístico que debería haber tratado de evitar. Hay tanto temas de interés sobre el euskera como lengua preindoeuropea o las hipótesis que existen sobre por qué se ha conservado cuando el resto de lenguas prerrománicas ha desaparecido. O la teoría del vascoiberismo, defendida por lingüistas como Humboldt o Schuhardt y por estudiosos locales como el durangués Astarloa, que identificaban ambas lenguas y se extendieron en gran parte del siglo XIX. ¿Por qué caer en el tópico de introducir un dato extemporáneo que puede confundir enormemente al oyente en lugar de exponer los resultados de las investigaciones?

Como hablante de euskera, investigadora y docente, siempre he defendido la importancia de transmitir a todo el alumnado la riqueza de la pluralidad lingüística en el Estado español, la diversidad existente y los diferentes momentos históricos en los que se han ido consolidando estas diferentes lenguas. Estoy convencida de que si estos conocimientos se transmitieran en los centros educativos y en las universidades, tendríamos una sociedad más tolerante y libre de prejuicios.

La autora es doctora en Filología Románica