Según las proyecciones realizadas por la empresa Lobelia Earth, sobre la incidencia del estrés térmico en 30 ciudades españolas en los próximos 30 años, Pamplona tiene el dudoso honor de ser una de las cuatro ciudades (junto a Madrid, Valladolid y Zaragoza) donde el índice de estrés térmico (UTCI por sus siglas en inglés) más crecerá en los próximos años.

Aunque el índice citado incluye, además de la temperatura, otros parámetros, como la humedad, la radiación o el viento, baste decir que de aquí a 2090 y si no hay reducción de emisiones, como hasta ahora, quienes vivan en Pamplona soportarán en las horas centrales del día del mes de julio temperaturas superiores a 43 grados en las horas centrales del día, lo que hará muy difícil transitar por sus calles si no se adapta su centro urbano con más vegetación y sombra.

En el citado estudio se hace una proyección de lo que sucederá de aquí a 2090. Curiosamente,la diferencia entre esa cifra y la del año actual (67 años) se asemeja bastante a la edad de los árboles que el Ayuntamiento quiere talar en la calle Sangüesa y que con el paso de esos años han adquirido el porte actual.

Si, como parece, las condiciones climáticas en ese futuro mediato (la generación de nuestros nietos) van claramente a peor, acciones como la prevista en la calle Sangüesa no hacen sino reforzar dichos pronósticos.

¿Es verosímil imaginar que en los próximos 67 años los árboles de porte medio plantados en un alcorque-macetero y a 7 metros de distancia unos de otros, tal y como nos cuentan desde la alcaldía, conseguirán el desarrollo de los actuales? Pues rotundamente no. En el supuesto de que los árboles actuales se talaran, sus sustitutos tendrían en el citado 2090, aproximadamente su misma edad, pero en ningún caso su porte, ni constituirían un dosel arbóreo continuo que sombreara toda la calle como sucede actualmente. Habríamos perdido, pues, esos 67 años de mitigación efectiva del efecto isla de calor y afrontaríamos el incremento previsto del estrés térmico con una dotación arbórea insuficiente para revertir esas sombrías (valga la paradoja) previsiones.

No sabemos si para pergeñar este proyecto arboricida a los autores se les calentó la cabeza por falta de sombra o si fue por la insistencia del lobby de la construcción en seguir destruyendo-construyendo para engrosar el PIB.

Sea como fuere, la insistencia en seguir adelante con proyectos como el de la tala de los árboles de la calle Sangüesa para construir un parking subterráneo nos mantendrá a la cabeza de la ignominiosa lista de ciudades amenazadas por un aumento desbocado del estrés térmico.

*Vecino del II Ensanche