El pasado 5 de agosto, leyendo DIARIO DE NOTICIAS, atrajo mi atención cierta información, fotografía incluida, en la que el jefe de la Policía Municipal de la ilustre ciudad de Estella arrastraba fuera del balcón del Ayuntamiento a la concejal Eli Ciordia porque portaba la ikurriña.

La jubilación me ha permitido dedicarme a la lectura y recopilar datos de hechos que se pierden en la noche de los tiempos. Pero no se olvidan. Por las fechas que menciono es fácil hacerse idea de la época a la que me remito: “14 de julio de 1945. Acabada la Segunda Guerra Mundial hubo gran desfile en París de las fuerzas que intervinieron en la contienda. Entre las banderas de las distintas naciones, la ikurriña recibió los mismos honores que las demás. La portaba Paco Etxeberría”. Como quien dice, antesdeayer, siendo presidente Barak Obama, una delegación de dicho gobierno de los Estados Unidos, fueron recibidos en Ajuria Enea. El motivo no era otro que agradecer la contribución vasca, concretamente en la contienda que afectó al océano Pacífico. Se valieron de inmigrantes euskaldunes, a los que otorgaron grado de oficial para las transmisiones. La idea fue sugerida por un alto mando de apellido Karranza. Los nipones alucinaron. ¿Qué idioma era aquel? ¿Qué decían? En toda batalla el elemento sorpresa es importante.

Para quien ostenta en la camisa Udaltzaingoa me parece un proceder poco diplomático sacarla a empujones ante la multitud de personas que llenaba la plaza. Hay modos y maneras de actuar en determinadas circunstancias. Depende de la capacidad de las personas.