En este mundo lleno de injusticias, guerras, hambrunas, enfermedad, violencia, diferencias sociales, exclusión, analfabetismo, política incoherente y superficialidad, lo que se puede observar es que estamos bombardeados por estas cosas ya sea en los medios, en templos o en aulas de enseñanza, y está muy bien tomar conciencia. Esto muchas veces nos lleva a implicarnos con estas causas de tal manera que dignifica a la persona solidaria y a lo que lleva a pensar es qué pasa con nuestra vida, parece que la olvidamos y la dejamos a un lado y eso es muy triste. No podemos hacernos responsables de las injusticias sociales olvidando que tenemos derecho a ser felices y parece que el mundo va en contra y como va en contra no podemos nadar contra corriente, pues sí, sí podemos nadar contra corriente si queremos vivir nuestra vida feliz, hacer cosas que nos gustan. 

Las injusticias van a estar ahí, pero no podemos vernos arrastrados y arrastradas por ellas. Pensemos que nos gusta, por ejemplo, disfrutar de una comida familiar, ir a ver una obra de teatro, pintar un cuadro o dar un paseo romántico entre otras cosas. En esta vida el dinero está ahí y representa un bien útil en nuestra sociedad, eso es así, pero dejarse influenciar para perder dinero a causa de esa solidaridad hace que estemos más pendiente de la causa que de nosotros y nosotras. La causa social debería ser resuelta por los y las causantes de dicha causa y no por personas normales y corrientes que merecen felicidad en esta vida.