Esto es lo que necesitamos en nuestra ciudad. Un lugar donde poder despedir con tranquilidad a nuestros seres queridos cuando fallecen.

Desgraciadamente, el Patio de Gigantes, que antes era lugar habitual de despedidas civiles, se encuentra a día de hoy inutilizable. De manera que Pamplona no dispone de ningún lugar público para celebrar este tipo de ceremonias. La ciudadanía que se considera no creyente o atea tiene la misma necesidad que los que son creyentes de dar el último adiós al ser querido. Los católicos tienen sus funerales, y me consta que muchos fallecidos no creyentes terminan teniendo un funeral que no deseaban y muchos no creyentes terminan sin ninguna ceremonia no por decisión personal sino por falta de recursos en esos momentos tan difíciles.

Tengo la sensación de que muchas personas se encuentran en esta situación. A lo mejor no es un tema de conversación habitual, pero en más de una ocasión surge esta reflexión: ¿Qué pasa cuando una persona que no profesa ninguna religión muere? ¿No tiene derecho a una despedida? ¿No pueden sus familiares y amigos dedicarle unas palabras, poner la música que le gustaba o recitar algún poema? Solamente tenemos el crematorio, que aunque es un lugar muy digno, tiene un tiempo limitado.

La muerte forma parte de la vida y a todos nos llegará tarde o temprano. Me gustaría que el Ayuntamiento también tomara nota de que no tiene un lugar para ofrecer a los ciudadanos, y del mismo modo que ya hay a disposición del que quiera un lugar para casarse por lo civil, ponga a disposición de la ciudadanía un lugar donde despedir a los seres queridos cuando se van. Que sea un lugar adecuado y con facilidad de gestión para los familiares y allegados.