Traje y sombrero negro, largas coletas y no dejan de darse cabezazos en el muro de las lamentaciones pidiendo a su Dios más riquezas terrenales. Aunque copian el patrón, han adelantado por la derecha a personajes como Trump, Bolsonaro, Milei, Le Pen o Abascal. Tenemos un problema: en 1948 la ONU hizo una chapuza y echó nitrógeno en un mar de glicerina.

Entiendo que los supervivientes judíos que acababan de pasar el Holocausto necesitaban su Tierra Prometida, ¿pero por qué Palestina? ¿Por la Historia Sagrada? Creo que en este mundo nadie está en posesión de la verdad absoluta y el que se lo crea miedo me da. No sé si habrá otra vida, tampoco sé quién encendió la mecha del Big Bang y de qué marca era el mechero. Creyentes, agnósticos y ateos… ¿Podríamos por una vez llevarnos bien en esta bola azul mientras estemos de alquiler? En la matanza de Hamás del festival por la paz no había judíos ultraortodoxos (no les va lo moderno).

Netanyahu, al pactar con la ultraderecha, tenía al pueblo israelí en su contra y estaba siendo investigado por corrupción. ¿Entran mil terroristas y nadie se había enterado? El Mossad puede que una pequeña célula no la tenga controlada, ¿pero un ejército de mil? ¿Nadie se va de la boca por algún teléfono móvil? Sólo tenemos que atar cabos. Basta ya de darle la razón al primo guerrero de Zumosol; la Unión Europea debería tener personalidad propia y parar de una vez al colono ultraortodoxo judío que siempre quiere más. Son un virus y no existe vacuna.