A primera vista, cada uno de nosotros, como persona, es como una evidencia visible de lo imposible de la eternidad. Probablemente no habrá mayor error causado por una razón, que se guía exclusivamente por hechos cuyas pruebas deben ser evidentes y probados por al menos uno de los cinco sentidos humanos. Vivir así es reducir la vida humana, volviendo a la persona incompleta en cuanto a su humanidad.

Cada uno de los sentidos ayuda a la persona, sin embargo, aun sin ser manipulados, pueden confundir y engañar a la razón humana. Si son manipulados, aumenta enormemente la confusión y el engaño de los sentidos. Y es tan fácil como, por ejemplo, un truco ilusionista bien ejecutado o los aromas que utilizan las distintas tiendas para atraer la atención de los clientes.

Somos eternos, no en la materia. Cada uno es ya hoy la eternidad que construye. Todo depende de cómo cada persona afronta y vive cada uno de sus momentos. Se pueden vivir como si cada momento fuera siempre el último, en la tristeza de un adiós permanente. O podrían vivirse como si cada uno de estos momentos fuera siempre el primero, siendo la alegría de la novedad permanente. ¡Es tu decisión! En otras palabras, tu eternidad será perpetuada por el modus vivendi de aquellos que amas, aquellos que conoces, aquellos con los que te cruzas e incluso aquellos que no te gustan. ¡Convertir la imposibilidad en posibilidad es tu mérito!