Suele ser normal que los consistorios, por activa o por pasiva, sean protagonistas de situaciones polémicas en ocasiones con la propia ciudadanía y, en la mayoría, con la oposición. Suele ser también habitual disonancia que acontecen en las ciudades, tal y como como los “catarros en invierno”.
Recientemente, ha saltado a la palestra informativa de Pamplona la tala de un centenar de olmos en la Cuesta de Beloso, así como previamente siete chopos en la calle Iturrama. Así ha aparecido en algún medio de tirada nacional y en otros de carácter autonómico.
Aquellos que conocen al columnista, lo tienen como un analista políticamente muy agnóstico, opinando que mayormente los intereses de las instituciones autonómicas o locales funcionan políticamente bajo la llamada “Ley del Péndulo”, y no digamos las estatales, sea cual fuere quien gobierne.
Las talas de arbolado en las ciudades son temas controvertidos, ya que los mismos ofrecen múltiples beneficios, pero también pueden generar riesgos.
Pero no dudamos que los correspondientes Servicios Técnicos de los Ayuntamientos responsables, elaboran una planificación concienzuda, incluida tala selectiva de aquellos en mal estado o enfermos, para replantación con especies más aptas para el entorno urbano, que no generen tantos problemas estructurales o de mantenimiento.
Someramente, y salvo mejor opinión, citaremos algunas ventajas e inconvenientes que acarrean la tala del arbolado.
Los chopos son árboles de rápido crecimiento, y su madera, generalmente frágil y quebradiza. Con el tiempo, las ramas pueden volverse inestables y caer, especialmente durante tormentas, lo que representa un peligro para los peatones, vehículos y edificios.
Sus raíces son extensas y superficiales, pudiendo levantar pavimentos y dañar tuberías subterráneas. En algunos casos, la tala es necesaria para evitar que el árbol siga causando estos problemas.
Por ello, en ocasiones, viejos o enfermos se talan para permitir la plantación de nuevas especies más adecuadas para el ambiente urbano, con raíces menos invasivas y mayor resistencia a las condiciones locales.
Entre los inconvenientes, que indudablemente suelen ser más amplios que las ventajas, nos encontramos: pérdida de sombra y control climático; afectación de la biodiversidad; empeoramiento de la calidad del aire y erosión del suelo.
En otro momento, debido a las normales exigencias de espacio y caracteres de los textos, volveríamos con mayor amplitud sobre anteriores datos. Entre tanto, reflexionemos sobre los “colores de los árboles”.
*El autor es doctor en Derecho (Cum Laude). Diplomado en Estudios Avanzados UE. Caballero de Mérito por Real Orden Noruega