(Manual práctico de contratación administrativa para alcaldes chapuceros, primera parte).
Fraccionar irregularmente el objeto de un contrato administrativo consiste en partirlo, de forma artificial, en porciones más pequeñas con el fin de eludir el cumplimiento de las normas que regulan las condiciones de adjudicación. Es vicio muy común, propio de alcaldes chapuceros y de concejales zarrapastrosos, inclinados al chanchullo.
Un ejemplo nos ayudará a comprender mejor en qué consiste la burda triquiñuela. Supongamos que queremos construir en el pueblo un edificio de usos múltiples. Necesitamos un arquitecto que nos elabore el proyecto y nos dirija la obra. Tenemos, pues, un objeto y un contrato que se llama ”Elaboración de proyecto técnico y dirección de obra de Edificio de Usos Múltiples”. Como queremos adjudicárselo a nuestro amigo, a nuestro primo o a nuestro cuñao sin que intervenga nadie más, pero por la cuantía no se puede, ¿qué hacemos?
Primero, partimos la obra en dos fases, la primera y la segunda. Y luego, de cada una de las fases, separamos la elaboración del proyecto de la dirección de obra. Ya tenemos cuatro contratos de menor cuantía donde antes teníamos uno solo de mayor cuantía. Por supuesto, adjudicaremos los cuatro al mismo arquitecto, el único que ha tenido opción a participar, porque lo hemos llamado nosotros directamente. Pura magia.
El sistema es tan flexible y tan versátil que permite, incluso, atender varios compromisos simultáneamente. Así, si el alcalde, es un suponer, tiene un candidato favorito y el cacique del pueblo tiene otro distinto, podemos repartir dos y dos; tres para ti uno para mí; o viceversa. Si el concejal quiere también participar en la cosa y favorecer a su candidato, siempre podemos combinar uno, dos, uno; dos, uno y uno; o uno, uno y dos. Como se ve, las posibilidades son casi infinitas, dependiendo de la imaginación del artista.
Se creen muy listos, ellos y los que los asesoran, pero actuando así, lo único que consiguen es perjudicar los intereses vecinales que representan, sólo para favorecer a un particular enchufao. Algunos, menos de los que sería deseable, acaban inhabilitados por prevaricadores.