En nuestro país, la educación sigue siendo el patito feo de las políticas públicas. Mientras el Parlamento permanece estancado, los problemas sociales crecen sin respuestas efectivas. En esta legislatura, no ha habido cambios estructurales en educación. Sin adaptación a la era digital, seguiremos dejando atrás a generaciones enteras. Los jóvenes se desenvuelven con naturalidad en redes sociales y en la búsqueda de información, pero este potencial se desperdicia en el aula. En lugar de integrarlo en la enseñanza, se imponen prohibiciones como el veto a los móviles, sin pruebas de que mejoren el rendimiento académico. La falta de visión digital en la educación refuerza la brecha entre una juventud conectada y unos dirigentes que siguen pensando de forma analógica. Es urgente un relevo generacional que impulse soluciones reales.
El gobierno debe modernizar la educación sin sectarismos. Se necesita tecnología bien integrada, formación docente en nuevas metodologías y acceso equitativo a herramientas digitales. Países como Finlandia han demostrado que es posible. ¿Dejaremos que cada autonomía avance a su ritmo, aumentando aún más la desigualdad?
Cada día que pasa, el futuro de nuestros jóvenes está en riesgo. ¿Cuánto más deben esperar para que quienes nos representan actúen? No hay más excusas. ¡Es hora de actuar! El futuro de la sociedad española está en alto riesgo.