El 18 de junio es el Día Internacional para Contrarrestar el Discurso de Odio. Se celebra para promover la unidad, la empatía, el respeto. Y llevo tiempo dándole vueltas a escribir sobre esto. Soy madre de un chaval con capacidades diferentes. Ya tiene 16 años, y después de todo este tiempo creo que puedo hacer una pequeña reflexión que me gustaría compartir. Por supuesto, en todos estos años ha habido momentos buenos y otros no tanto, pero todos nos han ayudado a llegar a ser lo que hoy somos como familia y como personas.
Es cierto que, como sociedad, todavía nos queda mucho por aprender para hablar de plena inclusión. Pero también es cierto que, a lo largo de estos años, me he encontrado con mucha gente genial. Y eso hay que decirlo alto y claro. ¿Que debería ser siempre así? Sí, claro.
Pero como no siempre lo es, cuando pasa, hay que valorarlo. Porque esas personas son y deben ser, ejemplo. ¿Y quiénes son esas personas geniales? Terapeutas y profesores implicados al 100%. Médicos que responden con paciencia la misma pregunta cinco veces, sin perder la sonrisa. Gimnasios (llámense Aizkorri, Ibox...) que al inscribirnos te reciben con un “sí, claro, ¿qué necesitáis?”, y se implican de verdad.
Escuelas de música y profes de batería que logran ese feeling desde el primer día. Ayuntamientos y concejales que nos llaman para preguntar qué necesitamos para disfrutar de las fiestas. Gaztetxes, locales que, sin ser su objetivo principal, organizan conciertos con grupos inclusivos. Tiendas y bares que preguntan cómo pueden actuar, cómo tratar a nuestro hijo. Cuadrillas de amigos que cuentan contigo y con él como uno más. Y, por supuesto, la familia: primos, tíos, abuelos… siempre ahí.
Lo dicho, hay muchísima gente genial (en mayúsculas). Y por todos ellos, que con su granito de arena nos hacen la vida mucho mejor, un gran aplauso. Y si tú que lees esto ahora estás viviendo lo contrario, si te estás encontrando con malas caras o trabas... ¡pasará!
Me viene a la mente la metáfora del árbol: hay personas que son como raíces, te sostienen, te nutren, te dan fuerza; otras son como hojas: están un tiempo, cambian, caen. Hay que saber dejarlas ir. Y otras, simplemente, hay que podarlas. Porque no suman. Busca a las personas geniales. Que las hay. Y hazlas tus raíces.
Milesker gure bidean gurutzatu diren pertsona mundial horiei! ¡Mil gracias a todas esas personas geniales que se han cruzado en nuestra vida!