Navarra es una tierra rica en tradiciones, donde las celebraciones y costumbres se viven con una intensidad única. Entre todas las festividades navideñas, una de las más queridas y esperadas por los más chiquis es, sin duda, la llegada de Olentzero, el carbonero que recorre los pueblos para repartir regalos y alegría.
Sin embargo, este 2025, Fitero será la única localidad navarra de la comarca que no podrá disfrutar de este encuentro tan especial. Un vacío que, si bien no parece grave a simple vista, tiene implicaciones profundas para la identidad y cohesión de la comunidad.
Olentzero no es simplemente un personaje navideño. Es un símbolo de la cultura navarra, un personaje profundamente arraigado en las tradiciones de nuestros pueblos, una figura que conecta a generaciones, que transmite valores de fraternidad y solidaridad y que, sobre todo, es un referente de nuestra identidad colectiva.
Para los niños y niñas de Fitero, la ausencia de Olentzero no solo significa que se verán privados de una tradición que forma parte de la cultura navarra y que conecta a los más pequeños con su historia y sus raíces. En un mundo cada vez más globalizado, donde las costumbres locales pueden diluirse ante la influencia de otros modelos culturales como Papá Noel, mantener vivas las tradiciones autóctonas es fundamental. Tradiciones como la de Olentzero no solo son una forma de celebrar la Navidad, sino también una manera de enseñar a las nuevas generaciones a valorar su patrimonio cultural.
Es triste pensar que las familias fiteranas tendrán que desplazarse a localidades cercanas como Cintruénigo, Corella o Castejón para poder disfrutar de esta tradición. Viajar a otros pueblos para participar en la llegada de Olentzero puede ser una solución a corto plazo, pero nunca será lo mismo que vivirlo en casa. La cercanía, la conexión con la propia comunidad, el orgullo de ver cómo se celebra en tu propio pueblo es un componente esencial para que una tradición tenga sentido y siga siendo parte de la memoria colectiva.
Sin embargo, también debe ser una llamada de atención. Las tradiciones no caen del cielo y su mantenimiento depende de la implicación de todos y todas. Ojalá esta ausencia sirva como motivación para el próximo año, para que los fiteranos se unan en torno a la figura de Olentzero y logren revivir esta costumbre tan especial. Las instituciones locales, las asociaciones culturales y, por supuesto, las familias, deben colaborar para que en 2026 Fitero vuelva a ser parte de esta tradición navarra.
Que la Navidad nos inspire a todos para trabajar juntos y el próximo año Olentzero regrese a Fitero con más fuerza que nunca.
Eguberri On! ¡Feliz Navidad!