Después de comprar las entradas hace un año por fin pudimos ver en directo el sábado en Baluarte a Ana Belén. Y sí, la vimos pero por desgracia también la oímos. Ya en el primer tema, “Solo le pido a Dios”, nos chirriaron los oídos, algo no iba bien, y en el saludo posterior, con voz muy ronca explicó que estaban todos griposos y a ella le había tocado la peor parte. Siguió la lista habitual de canciones de la gira, saltándose varias menos mal, destrozándolas porque eran imposibles de interpretar con esa garganta como ella misma puso de manifiesto cuando dijo “espero que al menos reconozcáis las canciones” , y ahí no había otra voz que pudiera taparle o suplirle, no había un coro más allá de algún acompañamiento por parte de los músicos.

Espero que nadie grabara la de “El hombre del piano” porque en las redes sociales sería objeto de escarnio durante años. Me consta que la tarde del sábado, la gente que preparaba el auditorio, viendo como estaba Ana Belén casi daban por cancelado el concierto. Pero no fue así, y las verdaderas razones para no hacerlo nunca las sabremos. Desconozco los entresijos que suponen una suspensión así, devoluciones de entradas, condiciones del alquiler de Baluarte, seguros, etc. pero seguro que el dinero y el no tener que volver a Pamplona en otra fecha tienen mucho que ver. Como también es seguro que atendiendo a los derechos que tenemos como espectadores-clientes ese concierto no se tenía que haber celebrado.

Ahora bien, no se escuchó ni un solo silbido, ni una queja, el público no solo aguantó sentado en su butaca todo el simulacro de concierto sino que la animó y la llevó en volandas hasta el final. Sin duda había muchas ganas verla, un público fan cien por cien muy complaciente. Creo que demasiado.