vacaciones en la miseria de los demás, que decía la Internacional Letrista en los 50 y repetía la canción de los Sex Pistols en los 70. Muertos los Sex Pistols, cuya canción también hablaba de la caída del muro de Berlín, todo el monte fue orégano para el darwinismo social, la feroz depredación especulativa finalmente imperante. Otro día hablamos del darwiniano caso del señor Briones. No me refiero al falangista esperpéntico de aquella película de Javier Maqua titulada Tu estás loco, Briones. No me refiero a aquel Briones, pese a que, según noticia de última hora, por Ourense anda suelto un alcalde parecido a él que lleva el Cara al sol como sintonía del móvil. Me refiero al director gerente de la Orquesta Sinfónica de Navarra, que hace un tiempo, en un programa de televisión en el que se exhibían "adictos al lujo", declaró: "A veces parece que la gente que no está teniendo problemas por la crisis se tenga que sentir culpable por no tener problemas". Interesante cuestión, la de si el pez gordo que triunfa en un panorama de abierta depredación social ha de sentirse o no culpable por la caída en combate de tantos peces chicos. Caen como moscas. Según declaraba ayer la Asociación de Directores y Gerentes de Servicios Sociales, una persona necesitada de asistencia social deja de ser atendida en España cada diez minutos y cada media hora alguien pierde su empleo. Lo peor: la amplia gama de subterfugios y tergiversaciones en que se sostiene la imposición de tan descarada depredación social, sin el menor sonrojo ni sentido de culpa. A principios del verano llegó el nuevo director gerente de Osasunbidea y demás equipo directo con sus aires de selecta élite tecnocrática. Dejaron meridianamente claro que al hospital no se va comer. Allí se seguirá sirviendo la triste pescadilla darwiniana de Mediterránea de Catering. Dicho lo cual, cobraron del dinero público y se fueron de vacaciones. Vacaciones sin culpa con los recortes, penurias y miserias de los demás al fondo.