Esta semana se presentó la nueva imagen de una de las iniciativas sociales a mi juicio más destacadas que han visto la luz en Pamplona este siglo: el París 365. El París, que nació hace 10 años y que tomó el nombre del bar París de la calle Jarauta en cuya bajera comenzó su aventura, ha repartido en estos 10 años más de un cuarto de millón de desayunos, comidas y cenas a miles de personas necesitadas, amén de consultas jurídicas gratuitas, ayuda para viviendas, kits de emergencia, colaboración con quienes duermen en la calle, ludoteca : un arsenal de buenas acciones para ayudar a los más desfavorecidos que desde la crisis de 2007-2008 no dejaron de crecer y que apenas han descendido en el último lustro. La situación de muchas personas es crónica desde hace mucho, advierten desde el París como también se ha advertido desde Cáritas o la Red contra la Pobreza y por ello proyectos solidarios como este siguen siendo tan o más necesarios que antes. Con motivo de la rueda de prensa que ofrecieron valorando estos 10 años, fue reconfortante leer que han pasado por allá más de 1.700 voluntarias y voluntarios, pero me quedé frío cuando leí que el número de socios es de apenas 560. Por supuesto, es una cantidad de agradecer, pero es un volumen muy bajo para una ciudad de más de 200.000 habitantes y con un entorno muy cercano de casi 350.000. Estamos hablando de cuotas mensuales voluntarias que no tienen por qué superar los 10, 15, 20 euros, una minucia insignificante para la inmensa mayoría, un dinero que se gasta uno en cualquier estupidez cada mes. Por supuesto, hay decenas de instituciones que ayudan a los demás y con las cuales colaborar, pero fortalecer mucho más algo tan directo y práctico como el París 365 sería una buena noticia para esta ciudad. Es un orgullo para la misma y pienso que habría que esforzarse un poco más por estar a su altura.