l Ministro Illa avanzó hace unos días que España tendrá en diciembre unas 3 millones de dosis de la vacuna que desarrolla la Universidad de Oxford si va superando los ensayos. Oxford al poco anunció que detenía el proceso un tiempo hasta que se estudiase un potencial caso adverso en un voluntario, que todavía no se ha confirmado si recibió o no la vacuna o recibió placebo, ni si los problemas que ha desarrollado tienen o no relación con el ensayo. Vamos, que en diciembre los de Oxford igual mandan polvorones. Hay varias posibles vacunas en la última fase y muchas más en ensayos previos y, en paralelo, una enorme presión y también una ingente exigencia de información, como nunca anteriormente, lo cual es lógico: es la primera pandemia mundial de este estilo que se desata en la sociedad de la información, por lo que surgen cada día decenas de noticias, rumores y medias verdades. Por todo esto, andar elucubrando y dando fechas hipotéticas es una irresponsabilidad política, mucho más teniendo en cuenta que la vacuna o vacunas que surjan yo al menos no tengo ninguna duda de que serán seguras para el 99,99% de la población. Y eso requiere fases, errores, problemas, plazos y seguridad. Así que hará bien Illa y cualquiera en mantener la boca cerrada en cuanto a fechas hipotéticas se refiere, porque los ciudadanos bastantes dudas tenemos ya en el sistema -el sistema en general- como para que en esto de la vacuna alimenten aún más el ya amplio caldo de cultivo en el que se mueven negacionistas, antivacunas y, en general, descontentos. Imagino que se puede estar descontento o desconfiar de casi todo y a la vez ponerse la vacuna cuando llegue. No sé, digo yo. Yo me la pienso poner, si llego y llega ella. Tengo varias vacunas en el cuerpo y todas me han permitido tener una vida mejor. Esa certeza no la va a cambiar ningún ministro lanza fechas ni ningún negacionista.