na de las escasísimas cosas buenas que tiene la mierda esta es que, aunque haya días que es imposible tapar las bufonadas políticas y el bajo nivel, muchos de esos días la habitual zarandaja es eclipsada los problemas reales a los que nos enfrentamos los ciudadanos. La vida ha asomado con mucha más fuerza a la realidad mediática, pese a que haya momentos en que el juego político que se transmite desde los medios sea invasivo. Una de las cosas malas -de las muchísimas- es que también minimiza u oculta otras realidades, tanto las esperanzadoras como las importantes, que en ocasiones pueden ser la misma cosa. Lo que pasó el otro día en los juzgados de Pamplona es esperanzador e importante. Dos ex directivos de Osasuna se negaron a aceptar un delito fiscal que hubiese supuesto cerrar un acuerdo que impedía un juicio y se suspendió hasta marzo la vista en la que, esperemos, se puede conocer por qué, quién, cómo y cuánto Hacienda hizo -o no, se sabrá- la vista gorda ante los reiterados impagos del club rojillo a las arcas forales a lo largo de numerosos años. Los ex directivos Ganuza y Purroy fueron quienes se negaron a ese acuerdo que casi hubiese dado por finiquitado el asunto y gracias a eso la sociedad navarra puede que tenga acceso a conocer si efectivamente hubo o no tejemanejes y dejación de funciones. Dice Ganuza que "en este juicio faltan al menos dos expresidentes del Gobierno de Navarra -Sanz y Barcina- y tres exconsejeros -Iribarren y Miranda seguro, no sé si el tercero sería Aracama o Goicoechea- que durante sus mandatos esto se permitió y toleró". Y es esperanzador e importante porque hasta el rojillo más acérrimo -o precisamente el que más él- debe abogar por un club que es tratado como merece por lo que supone y genera pero no por debajo de la ley, ni ahora ni antes. Y porque los contribuyentes a los que nos miran hasta los empastes lo merecemos.