e llegado a la conclusión de que para poder darme un paseo sin que la mascarilla me siga acogotando la respiración -es así, ya lo siento- lo mejor y casi único que puedo hacer es meterme en un bar, pedirme algo y caminar por dentro dando sorbos intermitentes. No es lo mismo que hacerlo al sol y al aire libre, pero al parecer, al menos legislativamente, es más seguro para mi salud que hacerlo en exteriores. Porque si no me dejan hacerlo en exteriores pero sí en interiores quiero creer que es por una cuestión de evidencia científica clara: en exteriores te contagias más que en interiores, de ahí que en interiores permitamos ya casi de todo y en exteriores hay que ir con el trasto mientras tu rinitis alérgica -mi caso- o tu alergia y el calor te van machacando la sien. Lógicamente, todos sabemos que esto no es así, que en exteriores según muchos estudios apenas hay registrados casos, pero en este país seguimos con la obligatoriedad de llevar la mascarilla así vivamos en zonas casi despobladas, en barrios de aceras amplias y zonas verdes o en lugares que están en general muy poco concurridos. Todos sabemos que cada vez más muchos nos bajamos la mascarilla cuando no tenemos a nadie alrededor y la colocamos al cruzarnos con alguien y también sabemos que esta norma concreta se coloca como muchas otras para prevenir el comportamiento de un 1% o el peligro de un 1% de las situaciones frente a un 99% que se comporta con sentido común y un 99% de los momentos en los que no estás a menos de dos metros de nadie. Lo sabemos todos. Sin embargo, aquí estamos, viendo cómo ya se habla de ocio nocturno -me parece muy bien- y hace semanas que se han eliminado otras cuestiones y mientras por la calle con el universo entero sobre nuestras cabezas no hay manera de que alguien con mando en plaza acelere que de una vez tras casi 11 meses se nos quite esta obligatoriedad y este agobio.