e podrá estar de acuerdo en todo, en parte, en casi nada o en nada con el discurso de García Adanero en relación a cómo parece haberse escorado Esparza y UPN hacia el PSOE, pero lo que resulta muy obvio es que el discurso existe y es coherente. Es coherente en el sentido de que tiene una línea clara y una argumentación detrás y una premisa y un objetivo: con el PSOE que pacta con Bildu, ni a heredar. Bueno, lo dicho, es una postura política que tendrá sus detractores y sus defensores. Y, por lo que se ve dentro de la derecha navarra, bastantes defensores, de ahí que más allá de lo ético que nos pueda parecer lo que han hecho los dos diputados de UPN queda la realidad de que en unos meses podemos estar hablando de un nuevo partido político en Navarra que troceé a ese UPN que ahora mismo se tambalea de la mano de dos de sus principales caras visibles de sus últimas décadas. García Adanero lo explicaba de una manera muy gráfica el fin de semana pasado en estas páginas y venía a decir que lo que no puede ser es que UPN sea la muleta del PSOE, que cuando Bildu se le levanta de la mesa de negociación con el PSOE éste entonces llame a UPN y UPN acuda como un perrillo faldero con el palito en la boca dispuesto a que le lancen el señuelo y decir sí bwana. Ya digo, el discurso existe, es potente y de hecho encaja más con lo que ha hecho y dicho Esparza durante estos últimos 7 años en la oposición que con su cambio de postura en las últimas semanas. Ya no se trata tanto de quién engañó a quién en las comunicaciones de UPN con sus diputados -o ni siquiera que parezca indigno, que lo es, que sigan con sus actas cuando las lograron bajo unas siglas- como de que este cisma puede tener un recorrido muy obvio en forma de, valga la redundancia, nueva formación política en Navarra, que además recoja restos de PPN, Ciudadanos y hasta una Vox que al menos aquí no termina de despegar.