lega una edad en la que dejas de conjugar el verbo "deber". Que dejas de usar el condicional "yo debería". Me está pasando. Así que echo mano de un amigo psiquiatra para que amaine mis ansiedades. Me aconseja hacerme a mí mismo la visita del casero o incluso a plantearme una enmienda a la totalidad, cosa que veo difícil pues no tengo quorum suficiente. Como el otro día me acosté con esa preocupación, debí soñar algo muy raro que a la mañana siguiente a duras penas recordé. En el sueño aparecía otro Paco Roda al que yo no conocía pero al que en el barrio llamaban así. Era un tipo de unos 45 años entrado en carnes que no destacaba por nada especial salvo por la enormidad de sus zapatos y una manera de andar que parecía pedir permiso cada vez que daba un paso. Recuerdo que su cara avejentada llevaba impresos los diez mandamientos. Quizás por eso le oí una retahíla de deseos que sonaban como un mantra atragantado: "debería decirle a mis padres que soy gay, debería comer menos, debería escribir una novela que no editara nadie, y bailar más en vez de citarme con el psicoanalista, y dejar las pastillas para dormir, debería dejar de beber, y follar más ya que solo follo con el pasado, como decía Patti Smith, debería dejar de tener buenas intenciones y dejar de preguntarme qué coño hago con mi vida, debería visitar la tumba de mis padres, debería ir más despacio y ponerme en marcha, debería ponerme la ropa que hace años no me pongo, debería vivir más y no calcular el precio, debería dejar todo para mañana y debería volver a la infancia ,la verdadera patria de cada uno". En estas me desperté. Sonó el teléfono. Era David Foster Wallace que llamaba desde el otro lado del tiempo; amigo, me dijo: "la verdad es lo que te hará libre. Pero no hasta que haya acabado contigo". Me asusté y puse The Future de Leonard Cohen. Solo para volver al presente.