Hoy a las diez de la mañana comienza el juicio contra los 22 investigados por la ocupación del palacio del Marqués de Rozalejo, esto es, del gaztetxe Maravillas.

Qué oportuno. Yo comprendo que es un tema que desata pasiones en torno a las diferentes formas de ver lo que es la dinamización social y cultural. Y también entiendo que haya entre los defensores del gaztetxe diferentes corrientes de pensamiento político, pero por favor, vamos a intentar mantener la serenidad unos días, aunque nos tengamos que morder la lengua, porque lo que menos nos conviene a dos semanas de las elecciones es alimentar a los voceros de la derecha. Lo que está en juego no es una tontería. Si vuelve la derecha a las instituciones, muchas y muchos lo vamos a pasar pero que muy mal. Enrique Maya ya lo ha dicho bien claro, si llegara a ser de nuevo alcalde, o si tuviera una cierta cuota de poder, no permitiría ni de lejos la autogestión. También ha anunciado a los cuatro vientos que se llevaría por delante un montón de logros de esta legislatura como la nueva ordenación de Pío XII, la amabilización del Casco Viejo o el área de participación ciudadana del ayuntamiento. Por no hablar de la Ordenanza del Euskera o las nuevas líneas de modelo D de las escuelas infantiles de la capital. Esparza también dijo bien claro que en caso de volver al Gobierno lo que haría sería “hacer una bola de papel y tirar a la basura” todas las medidas de apoyo al euskera. Y, sin duda, mandarían otra vez al destierro a Catalina De Foix en favor de la avenida del ejército y quién sabe si no resucitarían también al Conde de Rodezno y repatriarían a Mola y Sanjurjo a la cripta de los Caídos. Y suma y sigue.